Cuando pensamos en adquirir un perro, el tema del adiestramiento es una cuestión que aunque se valora, no se la considera como prioritaria.
Tendemos a pensar que las principales obligaciones y responsabilidades que comportará vivir con el animal serán alimentarlo convenientemente, cuidar de su salud y en general, proporcionarle la vida digna que merece. El adiestramiento no suele ser un tema que preocupe excesivamente, sobre todo al principio y especialmente en personas que adquieren su primera mascota. Un pensamiento usual suele ser el confiar que de la educación del perro se puede encargar uno mismo, como si se tratase del propio hijo.
Lamentablemente, a no ser que el dueño del animal conozca o se haya documentado en la materia, esta alternativa casi nunca funciona. Uno de los errores más comunes es empeñarse en tratar y “educar” al perro como si fuese un humano. La consecuencia son perros desobedientes y agresivos, incapaces de relacionarse con otros perros y con serías dificultades para tratar a otras personas externas a su pequeño círculo familiar.
También hay que tener en cuenta que, aunque todos los perros se pueden adiestrar en mayor o menor medida, no todas las razas responden de la misma manera al adiestramiento. A modo de ejemplo, entre las razas que normalmente responden muy bien encontramos al Border Collie, al Caniche, al Labrador Retriever, al Rottweiler o al Weimaraner, por el contrarío entre las razas menos predispuestas está el West Highland White Terrier, el Grifón Belga, el Crestado Chino, el Chihuahua o el Bulldog Inglés.
La respuesta es sencilla, cuanto antes mejor.
Lo ideal sería empezar sobre las ocho o diez semanas de vida del animal o desde el momento en que éste llegue a casa. Resulta más sencillo educar a un cachorro que a un perro adulto; para el cachorro todo es nuevo e interesante, al no tener otro precedente, los comportamientos aprendidos los va a mantener de por vida, tanto los positivos como los negativos, por eso debemos mantenernos firmes y no bajar la guardia.
Con el perro adulto el riesgo más importante es que el animal tenga adquiridas unas malas costumbres difíciles de corregir y que dificulten la convivencia. En estos casos sería muy aconsejable consultar con un adiestrador profesional experto en este tipo de comportamientos para que nos asesore sobre la mejor metodología para reeducar a nuestro perro.
Antes que nada, adiestrar a un perro conlleva irremediablemente una dosis muy importante de paciencia y predisposición por nuestra parte. Si este punto lo tenemos bien asumido podemos pasar al siguiente que no es otro que informarnos, o dejarnos asesorar por un experto, acerca de la forma correcta de hacerlo.
Independientemente del nivel de adiestramiento que deseemos en nuestro perro, hay unos comportamientos mínimos que el perro debe aprender para que la convivencia en casa no se convierta en una pesadilla.
La educación se basa en premiar las buenas conductas y castigar las malas.
Desde el primer momento debemos reprender a nuestro perrito con un enérgico y serio “NO”, en cambio, si de lo que se trata es de premiar, utilizaremos un “Muy Bien” en tono alegre y relajado mientras lo acariciamos.
Utilizaremos órdenes cortas, lo ideal son 1 o 2 sílabas. Cuando trabajemos en una orden no podemos permitirle ni un fallo, hay que seguir insistiendo, al cabo de una rato o al día siguiente, hasta que el animal la haya asimilado.
Lo primero que debemos enseñarle a nuestro perro es a hacer sus necesidades donde corresponda.
Al principio, mientras no pueda salir a la calle, podemos iniciar el proceso en casa, con papeles de periódico. Habrá que elegir un rincón donde esparcir los periódicos y acercar hasta allí al cachorro después de cada comida y al despertar por la mañana o de sus siestas.
Hay que mantener el rincón siempre con papeles limpios. El cachorro aprenderá enseguida a utilizarlos acudiendo a ellos con frecuencia. Premia efusivamente a tu perro en estas ocasiones.
Cuando el perro esté preparado para salir a la calle puedes seguir el mismo método, sacarlo después de cada comida. Las primeras semanas, mientras el hábito de hacer las necesidades en la calle no esté bien adquirido, mantén el papel de periódico en casa y no te desanimes ante inevitables “escapes”, a menudo son debidos a la inmadurez de sus esfínteres.
En estas situaciones, reprende al cachorro inmediatamente con un “NO”.
Los cachorros necesitan morder, es una conducta natural que les permite explorar nuevas sensaciones.
Morder es especialmente necesario para los cachorros, además de fortalecer sus encías, les permitirá, en el futuro, controlar la intensidad de su mordida.
Debes ofrecerle a tu perro unos cuantos juguetes mordedores para que pueda satisfacer su necesidad de morder sin estropear cualquier mueble o sin hacer daño a nadie.
Cuando descubras al perrito mordiendo algo que no debe, repréndelo inmediatamente, apártalo de la zona y ofrécele su mordedor. Por el contrario prémialo cuando utilice su juguete.
En el juego, los mordiscos son su diversión preferida. Cuando te haga daño, la respuesta ha de ser un chillido seguido de un “NO” y desaparecer de la escena. La idea es transmitir al animal que esa conducta equivale a quedarse sólo, sin compañero de juego.
Otra de las conductas normales en el animal es la de ladrar cuando te ausentes.
Es necesario que enseñes a tu perro a permanecer sólo en casa, de lo contrario, la situación se convertirá en insostenible, especialmente para los vecinos.
Empieza a dejarlo solo por pequeños espacios de tiempo. Las primeras veces simplemente tienes que salir de casa y apostarte tras la puerta a esperar a que tu perro empiece a ladrar. Cuando esto ocurra, espera unos minutos para gritarle enérgicamente ¡No No No!
Debes ir ampliando el tiempo de separación hasta conseguir que se quede tranquilo cuando no estés. El animal debe asociar que los ladridos sólo consiguen que tú te enfades.
No olvides reforzar el buen comportamiento de tu perro, puedes felicitarlo o premiarlo con caricias y una pequeña chuchería perruna.
Ponle siempre la correa al salir a la calle y quítasela en cuanto llegues. El cachorro asociará rápidamente la correa con el paseo. Mientras paseáis, es del todo normal que el perro vaya pegando tirones, quedándose atrás o adelantándose, en estas ocasiones dile “Quieto” enérgicamente a la vez que lo atraes hacia ti. Con el tiempo aprenderá a caminar tranquilamente a tu lado mientras paseáis.
Un método sencillo para enseñarle a nuestro perro a acudir a nuestra llamada es, con el perro atado, llamarlo por su nombre seguido de un “Aquí” mientras tiramos de la correa para aproximarlo a nuestro lado.
Será necesario que insistamos en la orden aunque sin cansar excesivamente al perro, hay que dejar intervalos de tiempo antes de empezar de nuevo y premiarlo tras cada tirón para reforzar la orden.
Esta orden debes transmitirla de forma enérgica pero relajada, el animal debe interpretarla de forma positiva para que sea efectiva.
El “Siéntate” o “Sit” lo suelen aprender enseguida.
Hay varias fórmulas de aprendizaje, una de ellas consiste en colocar frente a ti a tu perro, presionar sus cuartos traseros a la vez que le dices “Sit”. No le permitas que se tumbe, enderézalo y vuelve a insistir.
Otra manera de enseñarle es forzándolo a subir la cabeza. Para hacerlo nos colocaremos un premio en la mano y la elevaremos por encima de la cabeza del perro, normalmente el perro se sienta, si no lo hiciera, debemos empujar sus cuartos traseros hasta conseguirlo.
Premia al perro cada vez que responda correctamente a la orden.
Cuando el animal tenga asumida la orden “Sit”, podemos empezar con el “Túmbate” o “Down”.
Para esta orden también hay varias fórmulas de aprendizaje, una de ellas consiste en sentar al perro y deslizar sus patas delanteras a la vez que se presionan sus cuartos traseros hasta conseguir que se tumbe.
Otra manera de enseñarle a tumbarse consiste en pisar la correa y presionar sobre sus hombros mientras repites enérgicamente “Down”.
Recuerda premiarlo cada vez que lo haga bien.
Esta es una orden muy útil que nos servirá en multitud de ocasiones en la vida cotidiana con nuestro perro. El propósito es que nuestro perro se quede tranquilo y quieto por un periodo de tiempo aún sin tenernos a la vista.
Sienta al perro y colócate frente a él. Dile la orden “Quieto” a la vez que levantas el dedo índice. Retrocede unos pasos sin perder el contacto visual con el animal.
Se trata de ir ampliando la distancia hasta conseguir darnos la vuelta y desaparecer momentáneamente de su vista.
Otra forma de hacerlo, sobre todo con perros “escapistas”, es utilizando una correa larga. Es aconsejable mantenerla en el suelo mientras realizas el ejercicio para que en caso de que el animal pierda la concentración e intente marchar, sea fácil retenerlo simplemente pisando la correa.
Es muy importante que premiemos al animal cada vez que se quede quieto, nos acercaremos a él para ofrecerle su premio, en ningún caso el perro debe acudir a nosotros para recogerlo.
Para concluir, recuerda que el adiestramiento de un perro no es una tarea rápida, los logros se van consiguiendo con paciencia y constancia.
Jamás utilices la violencia, el daño físico, además de cruel, es totalmente contraproducente. La autoridad puedes demostrarla utilizando un tono alto y contundente cuando transmites las órdenes para que el animal las diferencie de la tonalidad relajada que utilizas para felicitarlo.
Con el tiempo conseguirás un perro del que te sentirás orgulloso. Será obediente, sociable y fiable, tanto para ti como para el resto de personas con las que se relacione.