Es por eso que encontramos a especies cuya capacidad para mimetizarse con el entorno que lo rodea los convierte en expertos del camuflaje. A este fenómeno se le denomina cripsis y supone un método de adaptación y de supervivencia entre las especies. Los animales pueden camuflarse de cuatro maneras diferentes. Veamos cada una de ellas.
Es el recurso empleado por animales como el búho, el nictibio grande o la mantis, por ejemplo (estos tres, además de la inmovilidad, hacen uso de su color para esconderse entre elementos de idéntica tonalidad). Como su propio nombre indica, consiste en no moverse. Incluso, si están en peligro, apenas respiran para no alertar al depredador de su presencia. Es muy habitual en especies como los anfibios, algunas aves nocturnas y los reptiles.
Esto quiere decir que algunas especies recurren a su capacidad para cambiar de color y confundirse así con el espacio en el que están. El ejemplo más famoso es el del camaleón, pero podemos hablar también de la liebre ártica, la sepia, el insecto palo, algunos tipos de lagartos, los dragones de mar... La lista es amplia e incluiría, además, especies como la mantis religiosa que, como el insecto palo, se queda entre las ramas o las hojas quieta para pasar desapercibida.
Hablamos de camuflaje por patrón cuando los animales hacen uso de la textura de su pelaje y de los patrones que representa para mimetizarse entre la vegetación. Es el recurso que aprovechan las cebras o los tigres, pero también el lince, la pantera nebulosa, la cabra montés, los jabatos, las serpientes e insectos como la Oedipoda sp. (que también hace uso del color para esconderse).
Todos conocemos qué pasa cuando nos acercamos a un calamar o a un pulpo. Para huir del depredador, expulsa tinta. Y lo mismo sucede con otras especies, como las mariposas nocturnas o las polillas, que emiten ultrasonidos para confundir a las aves y a los murciélagos.
En la cadena alimentaria, aquel animal que hace uso de su forma y su color y es capaz de mimetizarse con el entorno, sobrevivirá. Por eso, esta técnica, el camuflaje, al que recurren muchas especies animales es vital para su supervivencia y supone el mejor ejemplo de adaptación y evolución de la especie.