Pulgas, piojos, garrapatas, insectos voladores... La mayoría de los parásitos son inofensivos y solo provocan picores y molestias, pero hay otros que pueden ocasionar enfermedades más serias, como ehrlichiosis, tenia, leishmaniosis, dermatitis, filarosis, anemia infecciosa felina, etc., e incluso trasmitirse a los humanos. De ahí que sea importante evitar que infecten a nuestros animales de compañía.
A la hora de elegir un antiparasitario externo tendremos que prestar atención a varias cuestiones. En primer lugar, es necesario saber frente a qué tipo de parásitos queremos protegerlo, pues la mayoría de ellos solo protege para algunos de ellos. Si no estamos muy seguros, o si nuestro amigo está ya infectado, podemos acudir al veterinario y que este nos confirme cuál es mejor. Si el perro es muy propenso a padecer alguno específico, el especialista nos recomendará un tratamiento determinado a modo de prevención.
En segundo lugar, es fundamental que tengamos en cuenta el peso del perro y su edad. Casi todos los productos antiparasitarios están contraindicados en cachorros de menos de dos meses. Durante este tiempo el veterinario nos aconsejará el mejor modo de prevenir la aparición de parásitos.
También habrá que estudiar su acción. No todos protegen por igual: algunos previenen durante meses y otros hay que aplicarlos cada semana. Por ello, es importante que conozcamos la duración de la protección y cuál nos conviene mejor.
Por último, también debemos prestar atención a su empleo. Lo ideal es que su aplicación no coincida con la vacunación del animal para no ocasionar más molestias y, sobre todo, para evitar posibles reacciones adversas.
Además, es importante que extrememos su empleo en épocas de mayor infestación, como la primavera y el otoño, que son las estaciones propicias para la afectación de los parásitos.
Como hemos comentado, no todos protegen de todos los parásitos. Por ejemplo, los collares son muy efectivos para las pulgas y garrapatas. También los hay que previene la infestación de piojos. Son objetos repelentes que evitan que estos molestos inquilinos se acerquen al animal.
Aunque quizá más efectivas sean las pipetas, que se aplican en la parte trasera del cuello del perro. Suelen ser de imidacloprid y permetrina y previenen contra garrapatas, piojos y mosquitos. Su aplicación es, en la mayoría de los casos, mensual, por lo que tendremos que estar atentos todos los meses.
Finalmente, también podemos encontrar en el mercado otros productos como champús o sprays, aunque suelen estar indicados para el tratamiento una vez se ha producido la infestación.