Cuando llega un cachorro a nuestro hogar comienza una etapa de responsabilidades. Como haríamos con cualquier niño, los dueños de los animales de compañía tenemos que educar a nuestros cachorros para que estos aprendan ciertas pautas que ayuden a la convivencia en el hogar.
Una de ellas atañe a sus necesidades. Biológicamente, es la madre del cachorro la que le enseña la importancia de la higiene y le guía en su aprendizaje. Como aún será pronto para poder sacarlo de paseo, nosotros tendremos que asumir ese rol con nuestro cachorro para que aprenda el lugar adecuado para orinar y defecar.
Uno de los requisitos imprescindibles para conseguir que nuestro cachorro haga sus necesidades en el lugar que hemos habilitado para ello es la constancia. Debemos ser perseverantes para lograr nuestro objetivo y ser conscientes de que el camino será lento.
1. Identificar el lugar. Lo primero que haremos será establecer un espacio destinado a las necesidades del cachorro. Tenemos que pensar que será un paso temporal, un sitio de tránsito hasta que podamos sacarlo de paseo. Por ello, es importante que busquemos un espacio fácilmente identificable para el animal pero que pueda asociarlo sin problemas al lugar donde orinará cuando crezca.
2. Vigilar al cachorro. Para que el animal tenga claro dónde puede hacer sus necesidades, tendremos que ponerle, cada cierto tiempo, en el lugar que hayamos elegido, ya que los cachorros suelen orinar y defecar mucho. Si queremos, podemos emplear órdenes sencillas para que las asocie a sus nuevos hábitos, como «pis», «pipí» o cualquier palabra similar.
3. Restringir la zona del cachorro al espacio donde se encuentra el lugar designado a sus necesidades. Si no podemos vigilar al animal durante un periodo de tiempo prolongado, lo mejor es que coloquemos su cama con sus juguetes y comederos, en un lugar próximo al lugar definido para sus necesidades.
4. Trasladar el lugar a la calle. Tal y como hemos hecho anteriormente, una vez que podamos salir de paseo con nuestro pequeño es importante que definamos el cambio de lugar. Al principio lo sacaremos a menudo y le enseñaremos dónde puede defecar y orinar en la calle.
Como en toda etapa de tránsito, mientras el cachorro se habitúe a su nueva rutina, es importante que su lugar de descanso no esté muy lejos del espacio habilitado para sus necesidades.
Como cualquier ser vivo, los cachorros aprenden con cariño. Por ello, es importante que mientras dure esta etapa aprendamos a reforzar nuestras órdenes con premios. Tanto en el domicilio como en la calle, es fundamental que el perro sepa cuando ha hecho sus necesidades en el lugar correcto. Caricias, comida, un largo paseo o juegos, acompañados por palabras que muestren dicha y feliciten su actitud, son básicas para que el cachorro asocie lo que es correcto con lo que no.
Hay que felicitarlo cuando lo haga bien, pero nunca castigarlo cuando no lo consiga. Tenemos que motivarle, enseñarle... Como cualquier aprendizaje, habrá momentos en los conseguiremos nuestro objetivo y otros en las que no. No tenemos que perder la calma. Y mucho menos castigarlo.
En un proceso tan complejo como es la enseñanza de un hábito, los castigos pueden tener un efecto contrario al que buscamos. Por ello, hay que evitarlos a toda costa.