La cinofobia es un tipo de fobia más común de lo que pensamos y suele estar causada, en la mayoría de los casos, por una mala experiencia anterior con este animal. Muchas veces puede que ni siquiera esté relacionado con una mordedura. Simplemente un ladrido que nos ha asustado de pequeños, un gruñido, un perro que nos ha perseguido cuando íbamos en bici siendo niños... ha ocasionado que sintamos verdadero horror cuando nos topamos con cánido.
Como muchas fobias, el miedo irracional a los perros se puede tratar con ayuda psicológica.
La terapia que suelen poner en practica estos profesionales se centra en la exposición para hacer frente al problema y superarlo. Una vez analizadas las causas de esta fobia y conocidas cuáles son nuestras reacciones cuando vemos o nos cruzamos con un perro, el psicólogo hará que nos enfrentemos a ello para controlar la ansiedad que el can nos provoca y poder controlarla y evitarla. Es una terapia que se usa de manera efectiva para tratar la ansiedad provocada por otras fobias sumamente comunes, como la claustrofobia, la agorafobia o el miedo a volar, por ejemplo.
Enfrentarse a la cinofobia conllevará acercarse a los perros. Un primer paso puede ser tratar con los más pequeños, los cachorros. Muchas personas piensan que los perros, cuando crecen, se vuelven violentos y peligrosos, pueden morder, y de ahí surge su miedo. Coger un cachorro nos ayudará a ver cómo los perros no son animales a los que haya que temer, sino los mejores amigos del hombre, y que no se trata de que haya perros peligrosos, sino dueños peligrosos. Como cuando educamos a un niño, un perro necesita límites, cuidados y educación. Si estos crecen en un espacio que carece de ello y cuyos dueños, además, instigan ese comportamiento violento, los cánidos, como las personas, se convertirán en seres peligrosos. El contacto con un cachorro nos permitirá conocer que estos animales, por naturaleza, no son así, sino seres que buscan compañía, cuidados, cariño y respeto.
Una vez hayamos conseguido estar con cachorros sin sentir miedo podemos dar otro paso y exponernos a un perro adulto. Este paso puede resultarnos difícil, así que es importante que nos tomemos nuestro tiempo y que estemos seguros de que estamos preparados para darlo. Podemos visitar a unos amigos que tengan mascota o pasear con ellos por la calle cuando lleven a su animal de compañía. No hace falta que nos acerquemos, lo cojamos, lo toquemos... Con estar a su lado sin sentir miedo es suficiente al principio. Poco a poco notaremos como estamos más relajados y que dejamos de sentir esa ansiedad propia de la cinofobia. El siguiente paso podrá ser acercarnos al perro adulto para acariciarlo o pasearlo, y lo llevaremos a cabo cuando estemos seguros de que podremos hacerlo.
Superar la cinofobia no es un proceso rápido ni lineal. Cada persona necesita su tiempo para hacer frente al problema. Otros dan pasos y retroceden porque no están seguros. Lo importante es que seamos capaces de avanzar a nuestro ritmo, aunque ello nos lleve tiempo.