Cuando hablamos de disciplina en las mascotas lo primero que nos viene a la mente es un perro que ladra mucho, que se comporta mal en casa o que cuando se cruza con otro cánido durante los paseos se pone violento. Pero los gatos también se portan mal, por lo que igualmente debemos impartir disciplina para corregir esos malos hábitos.
Sabemos que los gatos son curiosos por naturaleza. Y muy ariscos. Y que les encanta trepar, ya sea por nuestra estantería, ya sea enganchado a las cortinas. Pero hay hábitos que debemos corregir para que la convivencia sea lo más tranquila posible. ¿Cuáles son los comportamientos que debemos vigilar?
Según el comportamiento que presente nuestro gato, así actuaremos. De este modo, si tiende a saltar sobre el cubo de la basura o a trepar por nuestras cortinas, podemos usar agua para repeler y corregir ese comportamiento. Puedes rociarle con agua con la ayuda de un espray o instalar pulverizadores que esparzan agua. Así, el gato asociará esas zonas con el agua y las evitará.
Si tiende a saltar sobre la mesa o sobre la encimera de la cocina y meter la garra en la comida, habrá que castigarlo. No se trata de regañarlo y mandarlo al rincón de pensar, sino de cogerlo y aislarlo en otra estancia. De este modo, aprenderá que si toca comida que no es la suya acabará solo en otra habitación de la casa.
Como ya hemos comentado, estos felinos son animales muy curiosos que también necesitan actividad. De ahí que les encante subirse a las estanterías o meterse en armarios. Para evitar que sigan haciéndolo, lo aconsejable es que instalemos un espacio de juegos solo para él, un área que contenga un rascador vertical, juguetes para morder y arañar (algunos de ellos colgantes), un trepador, un túnel, etc. De este modo, no arañará nuestros muebles, no sentirá la necesidad de descolgarse por las cortinas y no morderá muebles o prendas que no debe.
Por supuesto, cada vez que vayamos a corregir un mal comportamiento tendremos que hablar de manera pausada, nada de gritar, y cogerlo con cuidado para no hacerle daño. Igualmente, tendremos que premiar sus avances y sus buenas acciones con mimos, caricias y juegos.
En cualquier caso, conviene que observemos detenidamente el comportamiento del animal y tratemos de averiguar si detrás de ese hábito se encuentra un problema emocional (tristeza, ansiedad, estrés), una mala experiencia pasada, una afección... Por ello, es aconsejable que también hablemos con el veterinario y le contemos cómo se comporta en casa. Él evaluará al animal y descartará otras posibles causas.