Es fundamental tener claro que un cachorro necesita su tiempo, porque su proceso de desarrollo tiene precisamente unos tempos muy concretos. Tratar de forzar la máquina, pretender que aprenda demasiado rápido, puede ser un error parejo a todo lo contrario, esto es, tratar de enseñarle cuando ya es tarde y ya ha adoptado malos hábitos. Para echar algo de luz al respecto, os enumeramos a continuación las etapas clave de la evolución de un perro desde su nacimiento (e incluso un poquito antes) hasta que ya hayan pasado varios meses.
Antes de su nacimiento, el futuro perro ya comienza a recibir inputs tanto de la madre como del exterior, así como del resto de fetos. A continuación, desde su nacimiento y durante los primeros diez días de vida, la dependencia de la madre es total habida cuenta de que el animal recién nacido no puede ver ni oír, tan sólo oler, sabiendo en todo momento dónde está su progenitora (y por tanto fuente principal de cobijo y alimentación). Evidentemente, a estas alturas de partido no tiene ningún sentido tratar de inculcarle enseñanza alguna a la mascota.
Pasados los primeros diez días de comer y dormir, en una nueva fase que llega hasta el vigésimo primer día de vida, el perro empieza a desarrollar los sentidos de la vista y el oído, y por lo tanto a descubrir mundo. Se va poniendo de pie, descubre su cuerpo y el de sus hermanos y padres (o madre, al menos)... dicho de otra manera, empieza una primera, primerísima etapa de sociabilización con su familia perruna, olfateando y lamiendo a todos los que le rodean.
Sociabilización que se desarrolla con mayor ahínco a partir de esta etapa, que abarca las siete primeras semanas de vida del animal (a excepción de los mentados primeros 21 días). Ya definitivamente despierto, le toca explorar y descubrir, está ansioso por ello y ya no se limita a sus hermanos, sino que se siente atraído también por lo que le rodea. Lo cual no quita lo que decíamos al principio: que sea el pistoletazo oficial de salida a su sociabilización con el entorno, con todo lo que ello implica (establecimiento de jerarquías entre hermanos, juegos, peleas…).
Tiene lugar desde la octava semana de vida y hasta la duodécima. Es decir, no antes de los dos meses, que es el tiempo mínimo que debe pasar un perro junto a su madre. A partir de aquí empieza lo bueno, la relación entre el animal y el humano, quien vendría a sustituir (si puediera hacerse de manera progresiva, mejor) a su progenitora natural. Esto significa que es fundamental que la mascota se relacione con la mayor cantidad de personas que sea posible, ya sea niños y adultos; que se someta a las experiencias más variopintas; y que al tiempo, suprima sus ansias de morder para evitar problemas en el futuro. Para saber más sobre la Sociabilización, podéis echarle un vistazo a los siguientes consejos: La sociabilización (I) y La sociabilización (II)
La última fase de este primer gran desarrollo del cachorro empieza en la semana número 13, y se prolonga hasta el sexto mes de vida. Se trata del periodo en que realmente hay que poner la carne en el asador en lo que a educación se refiere: collares y correas, camas y sofás, dónde sí y dónde no hacer sus deposiciones... todo ello debe serle instruido con un plus de decisión por parte del adiestrador (¡no confundir con el maltrato!), para evitar la rebelión de una mascota que pasará, aquí por un proceso de cuestionamiento de reglas y liderazgos. Luego la mayor decisión debe aplicarse desde el sentido común, para que el perro sea el primero en hacer las cosas bien porque sea lo más lógico también desde su punto de vista (si sabe que haciendo las cosas bien ganará un premio, no os preocupéis, que acabará haciendo las cosas bien).