Solemos tener la idea de que contentar a un gato es muy sencillo: en vista de que se las apaña a todo, se acostumbra a cualquier situación, por lo que no tenemos que modificar demasiado nuestra vida para ajustarnos a sus necesidades, en comparación con el perro, en teoría mucho más dependiente. Bien, pues esa teoría es errónea, y de hecho muchos problemas de estrés en la vida del felino se deben a ese prejuicio tan trasnochado.
Uno de los ejemplos, por ejemplo, pasa por su comedero. Pese a que creamos que podemos colocarlo en cualquier sitio, y luego él ya se acoplará, la realidad es bien distinta, si lo que queremos es facilitarle las cosas respetando su naturaleza.
Y su naturaleza va, ya lo veréis, en contra de lo que soléis hacer con vuestra mascota. Por ejemplo: ¿verdad que tenéis su comedero puesto en un angulito, o pegado a la pared? Pues en verdad, al gato le gusta comer sabiendo lo que tiene a su alrededor, por lo que se siente más seguro si come en un lugar que le permita tener vistas que le hagan estar alerta de posibles amenazas . O sea, campo abierto por delante, y si puede ser desde una posición elevada, mejor que mejor.
Semejante disposición del comedero adquiere una mayor relevancia en el caso de más de un felino en casa. A los gatos no les gusta compartir, por lo que cada uno tiene que tener un cuenco para él mismo; pero a la vez, son curiosos por naturaleza, por lo que intentarán acercarse a los de los demás. Si es el caso, y el comedero está en una esquinita, comerá con inseguridad, tenso.
Obviamente, aún más cuidado hay que tener si tenéis perro en casa. Es especialmente importante que el can no tenga acceso al cuenco de su némesis, y que éste no sea molestado nunca cuando come. No hay que olvidar que son dos mundos totalmente distintos: mientras el primero no es capaz de parar y arremete con todo lo que pueda meterse en la boca, el segundo se administra su bol, regulando su comida a lo largo del día.
Por lo demás, toca aplicar algo de sentido común, a la par que llevar a cabo una tarea de investigación. La primera parte es sencilla: no poner el comedero en un sitio realmente molesto, no ponerlo cerca del arenero (de hecho, habría que ponerlos en habitaciones distintas)... La segunda pasa por conocer tanto vuestra situación como la de vuestra mascota. Ya hemos dicho que no es lo mismo vivir con un gato, que con más de uno, o con perros. También será distinta la situación si el gato es joven, fuerte y sano, o si por el contrario sufre de alguna dolencia, requiere de una comida especial, o incluso de una mayor ingesta de agua.
Y ya que hablamos de agua, otra cuestión a tener en cuenta, y que depende de cada animal: no siempre quieren agua y comida cerca, ya sea porque no quieren ver el líquido elemento mientras comen, o porque les molesta el olor del bol mientras beben.
Sí, al final son gatos, y los gatos se acostumbran a todo. Pero si lo que queréis es cuidarles como toca, respetando sus costumbres y mejorando sus rutinas y su salud anímica, ya veis: tocará tener muy en cuenta una cuestión tan aparentemente sencilla como ésta.