Insectos comestibles, la alimentación del futuro

Aunque nos resulte raro, lo cierto es que en la antigua Roma se consumían insectos, lo que denota que ya entonces se conocía su riqueza alimenticia. La escasez de alimentos en algunos países y los problemas que tienen determinadas regiones de seguir una dieta completa y adecuada ha permitido incorporar algunos de estos pequeños animales a la alimentación. De ahí que muchos chefs de renombre y expertos en gastronomía los consideren clave en la alimentación del futuro.

Obviamente, no todos los insectos que están presentes en la naturaleza puede comerse. Es por ello que a día de hoy aquellos que forman parte del menú de muchas personas proceden de granjas, donde se crían siguiendo unas condiciones de calidad e higiene específicas para que el consumo no suponga un riesgo para la salud. Aquí se controla su desarrollo y la alimentación que siguen (fruta, pan duro y carne) y se cuida el entorno de su crecimiento para que no sean portadores de enfermedades, algo que puede suceder si consumimos insectos libres cuyo crecimiento y desarrollo no ha sido sometido a estrictas medidas de seguridad alimentarias.

¿Podemos comer cualquier insecto?

No, puesto que no todos son comestibles ni aptos para el consumo humano. Los que sí pueden incorporarse a nuestra dieta son los siguientes:

• Saltamontes
• Cucarachas
• Moscas (de otoño y de la fruta)
• Larvas de algunas moscas (soldado)
• Termitas
• Orugas
• Escarabajos
• Langostas
• Grillos

Pero ¿qué propiedades nutricionales tienen?

La mayoría de ellos suelen ser ricos en proteína, pero no todos tienen la misma cantidad. Los saltamontes, por ejemplo, contienen más del 70 % y las cucarachas, más del 20 %.

Además de proteínas, varios son ricos en fibra, como las larvas de la mosca soldado. Algunos de ellos, como los grillos, son muy completos, pues además de proteínas, contienen hierro, potasio, omega 3 y calcio.

Los beneficios de su consumo, son, por tanto, importantes. Por un lado, aportan la cantidad de proteínas que necesita un adulto diariamente. Asimismo, mejoran la piel y el cabello y regulan el tránsito intestinal. El omega 3 presente en los grillos ayuda a mantener a raya a colesterol malo.

Por si todo ello no fuera suficiente, no engordan, no aportan grasas y nuestro organismo los digiere de manera rápida y fácil.