La Leishmaniasis (o leishmaniosis) es una enfermedad muy grave en los perros, un gran porcentaje de los afectados acaban muriendo si no reciben a tiempo el tratamiento apropiado. La enfermedad se produce por protozoos del género Leishmania y se transmite a través de un mosquito, el flebótomo.
La Leishmaniasis se propaga a través de las picaduras de un tipo de mosquito; el flebótomo (Phlebotomus).
Las causantes de la enfermedad son las hembras, al necesitar sangre para la maduración de sus huevos. Todo empieza cuando una hembra pica a un perro infectado succionando su sangre. Es entonces cuando en su interior, el parásito sufre una serie de transformaciones que al finalizar, dejan el estómago del mosquito repleto de parásitos preparados para volver a infectar en el momento que esta misma hembra, pique a su próxima víctima.
La Leishmaniasis más común suele ser de dos tipos; cutánea, con afectación prioritaria de la piel, y visceral, donde determinadas vísceras suelen verse afectadas, habitualmente hígado y riñones.
Aunque menos frecuentes, también se han dado casos con otra sintomatología no ligada a estos tipos.
Estos son los síntomas más habituales:
• Zonas sin pelo, especialmente alrededor de los ojos, orejas y nariz
• Úlceras en la piel, habitualmente en las patas y en las zonas que están en contacto con el suelo cuando el animal se sienta o se tumba
• Crecimiento desproporcionado de las uñas
• Formación de nódulos
• Pelaje deslucido y quebradizo
• Apatía
• Pérdida de peso
• Abdomen hinchado por el aumento del hígado (Hepatomegalia)
• Alteración del riñón
• Hemorragias nasales
• Diarreas
• Neumonía
• Conjuntivitis
La leishmaniasis afecta significativamente a los perros aunque también se dan casos esporádicos en otros animales incluso en seres humanos. A diferencia de los perros, la enfermedad en otros animales suele mostrarse menos virulenta, a menudo el sistema inmunológico es capaz de combatir efectivamente la infección. En las personas se han dado casos en enfermos con el sistema inmunológico gravemente dañado como afectados de SIDA o en algunos tipos de cáncer.
Si logramos detectar a tiempo la enfermedad, dependiendo de qué zonas del animal se encuentren afectadas, nuestro perro tendrá muchas posibilidades de llevar una vida razonablemente digna. A pesar de que en la actualidad la Leishmaniasis no llega a curarse definitivamente, existen muchos tratamientos específicos para paliar la sintomatología aunque teniendo en cuenta, que a pesar de que nuestro perro disfrute de una buena calidad de vida, dependerá siempre de su medicación además de correr el riesgo de futuras recaídas.
Desgraciadamente, hay casos fatales, se dan entre los animales que presentan una afectación visceral importante.
Existen varias , el fármaco reduce el riesgo de contagio mediante la administración de algunas proteinas del propio parásito con el próposito de que el sistema inmunológico del animal aprenda a detectar y combatir. De esta manera, en caso de verse atacado en el futuro, el organismo podría defenderse.
También es muy importante intentar evitar el contagio, especialmente en el periodo de máxima actividad del mosquito, desde el inicio de la primavera hasta el final del otoño.
Algunas recomendaciones de prevención, consultando siempre con el veterinario: