Con la llegada de las fechas estivas, tanto el ser humano como su animal de compañía se exponen a riesgos de diversa índole, motivados por los cambios de temperatura, la aparición de insectos y bacterias inexistentes durante el resto del año, etcétera. En el caso de un perro, las complicaciones pueden ser varias: pueden mostrar una hipersensibilidad a las pulgas, desarrollar casos de otitis, padecer alergias de diverso tipo, empeorar su pelo, se le pueden enganchar en las patas y la boca, tener trastornos en los sacos anales, o incluso desórdenes músculo-esqueléticos dolorosos. A continuación vamos a echar algo de luz sobre los casos más habituales.
La dermatitis es una reacción de la piel del animal ante la presencia de bacterias de corte infeccioso, que con las altas temperaturas se “activan” provocando la presencia de caspa, bultos y granos en la piel, y empeorando la calidad del pelo del perro. Este, a su vez, reacciona rascándose y mordiéndose las zonas infectadas, y generalmente acaba empeorando la situación.
Las razas más propensas a pasar por estos calvarios son las que o bien tienen el pelo largo, o bien lo tienen blanco, aunque no se excluye de ello a ningún otro can (en especial si sufren de algún tipo de alergia).
En caso de producirse una dermatitis (o para evitar que se produzca) conviene con champú anti séptimo al menos dos días a la semana, así como cortarle el pelo durante el periodo de máximo riesgo (verano) de manera que la piel entre en contacto con el sol y a su vez esté más saneada. Y por supuesto, consultar al veterinario.
Este caso de dermatitis aparece principalmente en cuello y cadera, aunque se extiende muy rápidamente debido a la “ayuda” que le presta el perro. Son pequeñas infecciones que escuecen de tal manera que nuestra mascota se rasca descontroladamente, de manera casi obsesiva. Llegan a hacerse auténticas escabechinas arrancándose pelo e incluso piel, humedeciendo constantemente las zonas infectadas y facilitando su rápida propagación. Lavar la zona con un antiséptico, untarla después con cortisona y repetir la operación varias veces puede ser la solución si el eccema se detecta a tiempo. De lo contrario, se le deben aplicar tratamientos más agresivos, a cargo del .
Perros con alergias, peludos o de mucho peso se convierten en los principales candidatos a padecer tan molesta infección, que conviene atajar lo antes posible.
Lo bueno que tiene la otitis es que nuestra mascota hace muy evidente su presencia: a la menor prueba de la existencia de esta infección, agita la cabeza repetidamente de un lado a otro, se rasca los oídos… en definitiva, parece como si intentaran sacarse algo de dentro de los mismos (y cuidado, porque también podría ser que en verdad se le hubiese metido una que efectivamente tiene que ser extraída). Lo malo es que requiere la aplicación de medicamentos vía tópica, lo cual puede convertirse en una odisea puesto que al perro no le suele hacer demasiada gracia que se trastee con su oreja irritada.
Ante un caso de posible otitis, la única solución pasa por ir al veterinario y que sea él quien nos recete la cura. Por lo demás, tan sólo se pueden llevar a cabo acciones preventivas o de muy corto alcance, cuando se trata de un perro propenso a la otitis. Existen productos para la que no requieren receta, y que se pueden ir aplicando con regularidad para evitar problemas.