Al contrario de lo que suele creerse, los perros no nacen agresivos y tampoco se vuelven agresivos de un día para el otro. Lo que nos tiene que quedar claro, aunque cueste de asimilar, es que ha sido el dueño, consciente o inconscientemente, el que ha propiciado en gran parte este comportamiento. La soledad, la falta de entretenimiento, una socialización deficiente o una mala educación podrían ser posibles causas de esta conducta.
Debido a casos aislados con muy mala publicidad en los medios, hay muchas razas que tienen fama de ser agresivas y peligrosas, como el Dobermann, el Rottweiler o el American Pit Bull Terrier pero, desde nuestro punto de vista, creemos que han sido injustamente clasificadas. Es más, en general, los perros de raza pequeña suelen ser más peleones que los perros de raza grande, lo que pasa es que como no asustan a nadie, no se les presta atención. ¿Quién teme a un Pekinés que enseña los colmillos a todo el que pasa por su lado? Una situación así puede parecer hasta graciosa. En cambio, si un Dobermann enseña los colmillos a quién se le acerque, ya pasa a ser un perro agresivo y peligroso en vez de un perro gracioso.
Para intentar reducir los casos de perros supuestamente agresivos y violentos que han atacado a otros perros o personas, las autoridades han aprobado una ley sobre la tenencia de animales potencialmente peligrosos, estableciendo una lista de razas de perros considerados como tales. Una lista que, por cierto, nos parece una medida para salir del paso. Como hemos apuntado al principio, creemos que el problema principal del perro agresivo no es el perro en sí sino el cómo lo ha educado su dueño.
Estamos hablando de perros agresivos pero aún no hemos definido exactamente a qué nos referimos cuando hablamos de agresividad.
La agresividad es una conducta natural de los perros que permite regular las relaciones entre ellos y entre otros animales. Y, en el entorno doméstico, depende de cómo hayamos educado a nuestro perro, esto se puede convertir en un problema que dificulte la convivencia del animal con lo que le rodea, ya sean personas u otros animales.
La agresividad en los perros se debe a un conjunto de factores entre los que se encuentran los ambientales, los genéticos, los individuales, los fisiológicos, los motivacionales, los instrumentales y hasta los patológicos. Como consecuencia de ello, podemos encontrar distintos grados de violencia canina que, si se vuelven problemáticos, deberán ser tratados por especialistas de formas diferentes.
Uno de los aspectos que hay que tener en cuenta es que la mayoría de los comportamientos agresivos de los perros son normales y no son una enfermedad. En una especie social como la de los perros, que actúa a partir de un sistema jerárquico, que caza en grupo y que realiza la mayoría de sus actividades coordinadamente, el orden es una premisa fundamental. Este orden es establecido sobre la base de diferentes interacciones en las que la agresividad suele ser un componente importante. A su vez, es a través de la agresividad que los animales defienden su territorio de los extraños.
La agresividad es considerada, además, una característica positiva en muchas razas de perros, especialmente en aquellas destinadas a proteger un terreno, la casa o la familia. También en muchos casos este comportamiento es estimulado de forma individual por muchos dueños, por lo que un perro en manos de alguien irresponsable puede ser un verdadero peligro.
Según la American Veterinary Society of Animal Behavior (AVSAB), la agresividad se puede clasificar en unos veinte tipos diferentes, aunque podemos simplificarlo de la forma siguiente:
Incluye la agresividad causada por hidrocefalia, epilepsia y enfermedades del sistema endocrino. Pueden incluirse también en este grupo la agresividad por irritabilidad, la agresividad por dolor y la agresividad por lapsus mentales. Este tipo de agresividad suele darse sólo entre el 15 y el 20% de los casos. Por ello, lo primero que tenemos que hacer si nuestro perro parece agresivo es consultar al veterinario para que descarte cualquier problema físico.
Los tipos más frecuentes son la agresividad por dominancia o competitiva, la , la agresividad territorial, la agresividad maternal, la agresividad redirigida y la agresividad intrasexual.
Agresividad por dominancia o competitiva: Este tipo de agresividad es la más frecuente (entre un 40 y un 80% de los casos) y se manifiesta cuando el perro intenta imponer su jerarquía dentro de un grupo (ya sea animal o humano), es decir, cuando intenta ser el líder la manada. La puede darse a cualquier edad, aunque el problema se desarrolla cuando el animal tiene entre uno y tres años.
La se dirige hacia las personas con las que el perro convive normalmente (con una en concreto o con todas ellas) y, ocasionalmente, puede manifestarse hacia desconocidos.
La relación de dominancia del perro respecto a lo que él cree su manada (sus dueños u otras mascotas) comienza a establecerse durante el período de socialización. La conducta durante el juego y, muy especialmente, el resultado de situaciones de competencia entre el perro y cada persona, determinarán la relación de dominancia. Por lo tanto, el perro puede ser dominante respecto a algunas personas y subordinado frente a otras. La se manifiesta sólo hacia las personas que el animal percibe como subordinadas. La conducta agresiva aparece cuando la persona en cuestión se comportara como dominante, es decir, cuando uno de los dueños adopta un papel en la manada que no es el suyo.
Por otra parte, la conducta de cada de animal a mostrarse dominante depende también de factores genéticos y es más marcada en machos que en hembras. Esta tendencia propia del perro se convierte o no en un problema de agresividad en función de la respuesta de cada persona.
Agresividad por miedo: Se manifiesta en perros muy miedosos al enfrentarse a una situación novedosa o extraña, en la que el perro se siente inseguro o amenazado.
Agresividad territorial: Se manifiesta sólo ante la aparición de un intruso (persona o animal) en el territorio que el perro considera como suyo. Este tipo de agresividad es más frecuente en machos que hembras.
Agresividad maternal: La manifiestan las hembras cuando creen que sus crías corren algún peligro. En general, una perra, si es molestada por extraños en su paridera, los echará y si estos persisten en quedarse, o incluso si se acercan a retirar o acariciar algún cachorro, la madre se lanzará para atacar.
Agresividad redirigida: Se manifiesta cuando el perro se muestra agresivo hacia un estímulo (que puede ser otro perro) al que no tiene acceso. Como el perro no puede mitigar su agresividad atacando al otro perro redirigirá su agresividad hacia otro estímulo presente (que normalmente suele ser el dueño).
Agresividad intrasexual e intersexual: La intrasexual se origina con la presencia o convivencia de perros del mismo sexo. La intersexual se origina con la presencia o convivencia de perros de distinto sexo.
Las causas por las que nuestro perro se puede volver agresivo pueden ser muy diversas. Que un perro tenga un comportamiento agresivo es, principalmente, consecuencia de la educación que ha recibido. Aunque tampoco podemos olvidar que un porcentaje, aunque pequeño, proviene de la herencia genética.
Todas las experiencias por las que ha pasado nuestro perro (o también las que no ha experimentado) influirán en su carácter y en su capacidad para relacionarse con el mundo. Algunos de los motivos por los que el perro se puede volver agresivo son la soledad, la falta de entretenimiento, una socialización deficiente, el uso de la violencia o una mala educación.
La falta de contacto con personas durante el período de socialización es a menudo una causa importante de .
Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que criar a un perro supone una gran responsabilidad. Antes de adquirir un perro tenemos que considerar las características especiales de cada raza y valorar cual es la que mejor se adapta a nosotros y a nuestro estilo de vida.
Empezar a educar a nuestro perro desde cachorro es vital para que éste se desarrolle correctamente y no cause problemas de conducta. Tenemos que tener claro que nuestro perro es un animal y no un ser humano y, por mucho que ponga ojitos de pena, tiene que cumplir unas normas de convivencia para poder vivir en sociedad.
Para prevenir un futuro comportamiento agresivo es imprescindible tener en cuenta estos aspectos:
- Ante todo, es importante que los criadores y los dueños sepan que un destete prematuro del cachorro (por debajo de las siete semanas) puede ser origen de múltiples trastornos de comportamiento. Es también importante que desde el primer momento el cachorro esté en contacto con personas (adultos y niños) y con otros perros durante el período de socialización.
- Otro aspecto a tener en cuenta tiene relación con utilizar el castigo y la recompensa. Es muy importante que el dueño aprenda a premiar y a regañar de manera correcta la conducta del perro, sin utilizar el castigo físico.
- Por último, también tenemos que tener presente que cuanto antes detectemos los problemas de agresividad más fácil será tratar y controlar al perro.
Si nuestro perro muestra indicios de agresividad en situaciones en las que no debería, lo primero que tenemos que hacer es consultar al veterinario para que elimine cualquier causa física. Si la salud no es el desencadenante de su agresividad, tenemos que saber que no existe un tratamiento universal para curar dicho comportamiento, la agresividad es un comportamiento muy complejo. Cada caso es único, por lo que lo más recomendable es acudir a un especialista para que nos ayude a identificar las causas y para que nos indique cómo reeducar a nuestro compañero.
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