Cada vez más, los medios de comunicación nos sorprenden con titulares del calibre “Un Pit Bull ataca brutalmente a una mujer” o “Un Dobermann mata a un niño de 10 años”. Sucesos aterradores y escalofriantes pero que, para nuestro gusto, son contados desde una perspectiva demasiado sensacionalista. Ni mucho menos estamos quitando importancia a la gravedad de los hechos pero creemos que estas noticias suelen dar una imagen equivocada de determinadas razas de perros.
Para evitar este tipo de accidentes, hace más de una década, en España se aprobó la Ley 50/1999, de 23 de diciembre, sobre el Régimen Jurídico de la Tenencia de Animales Potencialmente Peligrosos. Una ley que ha sido muy criticada y que ha generado mucha controversia por generalizar acerca de los perros peligrosos y prejuzgar a unas razas específicas.
Gran parte del desconocimiento general acerca de estos perros clasificados como peligrosos se debe a los medios de comunicación que, en los últimos años, se han encargado de dar bombo y acrecentar la leyenda que envuelve a determinadas razas.
Como ya hemos comentado otras veces, no creemos que existan unas razas concretas de perros peligrosos sino dueños irresponsables e inconscientes. No existen razas claramente peligrosas, la agresividad de un perro es una característica principalmente individual y con sólo un cierto grado de influencia genética. Una correcta socialización y educación de los cachorros es la principal arma para evitar un carácter agresivo y otras conductas inadecuadas.
Nos gustaría aclarar que los perros no se vuelven agresivos de un día para el otro y no atacan al primero que se les cruce por el camino. Hay que tener en cuenta que detrás de cada incidente existen una serie de circunstancias que han provocado esa conducta en el animal.
Por ejemplo, un cachorro (sea de la raza que sea) criado de forma aislada con poco contacto con el exterior y sin tener trato con personas fuera de su familia, nunca tendrá un carácter equilibrado, salvo raras excepciones, pudiendo llegar a desarrollar una conducta agresiva. De esta manera, tanto un Chihuahua como un Rottweiler pueden llegar a ser agresivos, aunque a un Chihuahua nunca se lo considerará peligroso debido al poco daño que puede llegar a causar.
Es cierto que las razas de mayor tamaño tienen un potencial mayor para hacer daño que las razas pequeñas pero eso no quiere decir que sean más agresivas. A parte del tamaño y la fuerza, que un perro sea peligroso dependerá de su agresividad.
A pesar de todo lo mencionado, para intentar evitar los casos de ataques por perros supuestamente agresivos y violentos, se aprobó esta ley (50/1999) en la que se establece una lista de razas potencialmente peligrosas. Una lista que, por cierto, nos parece una medida para salir del paso y hecha sin conocimiento de causa.
A los efectos previstos en la Ley 50/1999, sobre el Régimen Jurídico de la Tenencia de Animales Potencialmente Peligrosos son considerados como peligrosos los perros que cumplan lo siguiente:
- Fuerte musculatura, aspecto poderoso, robusto, configuración atlética, agilidad, vigor y resistencia.
- Marcado carácter y gran valor.
- Pelo corto.
- Perímetro torácico comprendido entre 60 y 80 cm, altura a la cruz entre 50 y 70 cm y peso superior a 20 Kg.
- Cabeza voluminosa, cuboide, robusta, con cráneo ancho y grande y mejillas musculosas y abombadas. Mandíbulas grandes y fuertes, boca robusta, ancha y profunda.
- Cuello ancho, musculoso y corto.
- Pecho macizo, ancho grande, profundo, costillas arqueadas y lomo musculado y corto.
- Extremidades anteriores paralelas, rectas y robustas y extremidades posteriores muy musculosas, con patas relativamente largas formando un ángulo moderado.
En la misma ley también está dispuesto que tener un perro de estas características obliga a tener una licencia especial. Dicha licencia se obtiene cumpliendo una serie de requisitos:
Esta licencia tiene un período de validez de cinco años pudiendo ser renovada por periodos sucesivos de igual duración. No obstante, la licencia pierde su vigencia en el momento en que su titular deja de cumplir cualquiera de los requisitos establecidos.
También, cada vez que el dueño y su perro potencialmente peligroso se encuentren en un lugar público, hay que saber que:
Pero no todo termina aquí, esta ley no sólo hace referencia a cuando dueño y perro salen a la calle, sino que también indica cómo tener al perro en casa. Los animales potencialmente peligrosos, que se encuentren en una finca, casa de campo, chalet, parcela, terraza, patio o cualquier otro lugar delimitado, tienen que estar atados, a no ser que se disponga de habitáculo con la superficie, altura y adecuado cerramiento, para proteger a las personas o animales que accedan o se acerquen a estos lugares.
Por nuestra parte, creemos que ni la raza ni las características físicas son factores que influyan de manera determinante a que un perro sea más o menos peligroso o agresivo. Por ejemplo, que el Pit Bull sea uno de los perros que normalmente protagoniza estos episodios de violencia tiene una explicación muy sencilla. El Pit Bull es un perro muy potente que originariamente se utilizaba como perro de pelea. En la actualidad esta actividad es ilegal pero muchos aficionados y delincuentes siguen entrenando a los perros para ese cometido, ya sea para peleas o para defensa.
Creemos que una ley así no tiene mucho sentido y difiere mucho de la realidad. Ante todo, defendemos que no se haga una distinción tan radical y que no se clasifique a unas razas como peligrosas y a otras no. Un perro peligroso es el que muestra signos de serlo por su conducta, no por si es de una raza u otra o si tiene un aspecto musculoso o robusto.