A diferencia de los perros, los gatos tienen fama de ser más independientes, limpios y con menos problemas de conducta. Pero sí que pueden desarrollarlos. Y uno de los más habituales es el hecho de que se haga sus necesidades fuera del arenero. Como otros problemas de comportamiento, hay que trabajar con el animal para que acabe asociando la caja como lugar en el que hacer pis o caca. De hecho, es un problema tan común que, según afirman los , es la principal causa de abandono entre estas mascotas.
Detrás de este problema de comportamiento no se encuentra un deseo de venganza por haber permanecido en casa mucho tiempo o no dedicarle momentos de juego y mimos. La situación es más compleja y puede esconder incidentes con el arenero, una marcada territorialidad, de la que apenas se suele hablar, miedo o una enfermedad.
El primer asunto suele ser la opción más habitual. A pesar de que les persigue la idea de que los gatos nunca se mojan, lo cierto es que son animales muy limpios y escrupulosos, tanto que si creen que la arena está sucia, o ha pasado mucho tiempo desde el cambio de arena o desde la retirada de heces, no lo utilicen hasta que se quiten las deposiciones.
Pero puede pasar que, sencillamente, no les guste esa arena. Para ello, una vez hayamos descartado otras opciones, hemos de probar con otros sustratos para que el gato elija cuál prefiere, porque a veces pueden ser un poco maniáticos con este asunto.
Incluso hay ocasiones en las que no tiene que ver la arena, sino con el lugar donde se encuentra el arenero, que no le gusta (da demasiado el sol o la sombra, hay corrientes de aire, ruidos, está en el sótano o en la buhardilla...) o bien cómo es el arenero en sí (tiene pocas bandejas, lo ve muy pequeño, no le gusta que esté cubierto o descubierto...).
Otra de las causas es que el felino esté enfermo y haga más deposiciones o más pipí como consecuencia de ello. Puede deberse a un problema renal y a una sencilla cistitis u otra enfermedad del sistema urinario. Por tanto, habrá que acudir al veterinario para que valore si el animal tiene alguna patología que influya en la cantidad de veces que orina y defeca.
A veces no es más que una excesiva territorialidad y el gato esta marcando aquellos rincones que considera suyos. En estos casos, el problema se solventará por sí solo al cabo de un tiempo, cuando reconozca que su casa es su hogar y que no tiene necesidad de marcar.
Puede ocurrir que haya padecido una experiencia traumática en un lugar cubierto o aislado, o se haya llevado algún susto cuando hacía sus cosas allí y ahora lo rechace. En este sentido, habrá que trabajar para que eliminar ese miedo.