Cuando adoptas un animal tienes que firmar un escrito que es vinculante, un contrato de adopción que supone un pacto entre dos personas que determina las reglas en las que se basa la adopción. Este acuerdo legal puede producirse entre una persona física (adoptante) y una protectora de animales, o bien entre dos personas físicas cuando una de ellas adopta el animal que proporciona la otra. Cada una de las partes se queda con una copia firmada de este documento que justifica la propiedad del animal y la responsabilidad del nuevo dueño. La rúbrica debe estar estampada en todas las páginas para que el acuerdo tenga validez jurídica.
Como hemos apuntado, se trata de un acuerdo legal entre dos partes sobre el proceso de adopción que no solo recoge cuestiones relacionadas con la entrega en sí, sino que también establece las obligaciones que el nuevo dueño del animal tiene.
Al igual que cualquier contrato, está compuesto por cláusulas donde se refleja cómo ha sido el pacto alcanzado entre las partes para hacer realidad el proceso, es decir:
Y, por supuesto, su estado de salud en el momento de la entrega. En la mayoría de los casos, se suele adjuntar la cartilla de vacunación convenientemente sellada, así como el informe realizado por el veterinario.
Hasta ahí, todo normal. Pero el documento también recoge toda una serie de normas y obligaciones que tiene el dueño y que están encaminadas al bienestar del animal, son las siguientes:
De este modo, el contrato de adopción es el acuerdo que recoge las obligaciones del nuevo dueño para con el animal. Así, en caso de que el adoptante incumpla algunas de las partes del contrato, la otra parte tendrá la potestad legal de reclamarlo.