Cuando nuestro estado de salud es bueno, nuestra alimentación también lo es. Tenemos ganas de comer y nos sentimos con fuerza para afrontar los retos que nos depara el día a día. A los gatos les sucede lo mismo. El apetito es signo de buena salud. Es la pérdida de este deseo lo que debe preocuparnos, pues podría deberse al padecimiento de alguna enfermedad.
Los hay leves, como la gingivitis, pero también hay otros que son más graves.
Lo primero que tendremos que hacer es acudir al veterinario para que descarte que la causa esté relacionada con un problema de salud. Si el especialista dictamina que el gato se encuentra en perfecto estado, recomendará la toma de medicamentos para tratar de estimular sus ganas de comer.
Si es pequeño o si no come nada, podrá aconsejar que le demos comida líquida a través de una jeringa o le colocará una sonda. Hemos de saber que es importante que el gato no pase mucho tiempo sin comer, pues ello puede tener consecuencias fatales para su salud. Por tanto, si no hay un problema detrás, habrá que empezar cuanto antes con estas medidas para que el gato recupere su apetito y no corra riesgo su vida.
En cualquier caso, es importante que observemos a nuestro amigo y descartemos otras posibles causas que también pueden condicionar que su apetito disminuya, como el cambio de comida, una mudanza o un viaje reciente, por ejemplo. Si el problema es este, bastará con esperar unos días para que, poco a poco, el animal se habitúe a su nuevo alimento o a su rutina. En cualquier caso, una consulta con el veterinario nos sacará de dudas y evitará que esos días sin comer deriven en otras complicaciones.