La terapia con perros se ha demostrado muy eficaz para el tratamiento y la mejora de muchas enfermedades, tanto del cuerpo como de la mente. La prueba más clara es que muchos gabinetes de psicología incorporan la terapia con animales, o zooterapia, como medio para rebajar el estrés y mejorar la ansiedad y la depresión. Incluso está comprobado que tener un perro y acariciarlo aumenta la serotonina y nos produce calma, lo que ayuda a reducir los efectos de estados ansiosos y depresivos.
Pero los perros destinados a terapia sirven para muchos otros casos. Son muy recomendables para la estimulación mental en caso de enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer, contribuyen a mejorar la movilidad cuando existen problemas motrices que limitan la actividad, favorecen la socialización y las habilidades sociales, ayudan a tratar fobias y, cómo no, son sumamente beneficiosos en pacientes que sufren ansiedad, estrés, baja autoestima, trastorno del espectro autista, depresión, etc.
¿Qué debe tener un perro de terapia?
No todas las razas sirven para trabajar con personas en el tratamiento de enfermedades mentales y físicas. Ni todos los animales, aunque la raza se considere adecuada, pues cada perro posee un carácter y ello es determinante para que pueda considerarse o no un perro de terapia. Tampoco es obligado que el animal sea de raza, hay muchos perros mestizos muy aptos para este tipo de terapias. Las principales características de estos animales son las siguientes:
¿Qué razas suelen emplearse como perros de terapia?
Dadas las peculiaridades que deben presentar los animales de terapia, como hemos dicho, no necesariamente tiene que ser un perro de pura raza porque entre otros motivos, no todas las razas sirven para el tratamiento de problemas físicos o mentales. Incluso dentro de una raza, podemos encontrarnos con un animal que no reúna estas características. Pese a ello, podemos hablar de razas que suelen funcionar muy bien para trabajar con personas, os enumeramos las más comunes, son las siguientes: