Esta enfermedad es muy similar al síndrome de Diógenes, que consiste a acumular objetos en el domicilio de la persona que lo sufre de manera compulsiva y obsesiva. En el caso del síndrome de Noé, el trastorno supone un acumulamiento compulsivo de animales, da igual la raza o el espacio del que se disponga, da igual si se cuenta con medios para su alimentación o si esos animales conviven en condiciones de salubridad e higiene adecuadas. Las personas que padecen este problema emocional no prestan atención a ello, solo están obsesionadas con acoger animales y lo hacen movidos por impulsos irresistibles que le impiden ser conscientes realmente del trastorno que ello supone.
Como ya hemos apuntado, las personas que padecen síndrome de Noé acumulan sin orden ni concierto animales en su hogar, que se convierte en un completo caos. No se preocupan por nada, ni por proporcionar unas mínimas condiciones de higiene entre los animales, ni por alimentarlos, ni por establecer unas áreas destinadas a ellos. No existe una preocupación por los animales, puesto que su cuidado a menudo es ínfimo, o no existe siquiera. Esta acumulación se produce en todas las estancias del hogar, así que es habitual que las viviendas de estas personas se presenten como casas ocupadas íntegramente por animales que se disponen a sus anchas por baños, cocinas, dormitorios, terrazas...
Esta situación de completo abandono tiene consecuencias debastadoras para los animales:
El síndrome de Noé es un problema de salud y de estabilidad emocional tanto para la persona que vive allí como para los animales. Por eso, si sospechamos que algún conocido puede sufrir este trastorno debemos pedir ayuda tanto psicológica y médica como asistencial para poder ofrecerle bienestar a los animales y a la persona enferma.