El Abisinio es un gato con un aspecto bastante salvaje, su mirada y el jaspeado característico de su pelaje recuerdan fácilmente a la fisonomía del puma. Aunque es un gato sociable y cariñoso, también es un animal muy activo e independiente que en algún momento puede hacer justicia de un cariz más indómito.
Se cree que el Abisinio es descendiente directo del gato doméstico del Antiguo Egipto. Los primeros ejemplares podrían haber llegado a Inglaterra hacia 1860 provenientes de Abisinia (Etiopía), setenta años después, en 1929 se establecería oficialmente la raza.
El Abisinio posee un temperamento muy activo e independiente. Escaladores natos, les gusta trepar a los árboles y en su defecto necesitarán una buena alternativa donde poder ejercitarse. De fácil adaptabilidad siempre y cuando disponga de total libertad para desplazarse.
El Abisinio es un gato mediano; compacto y flexible, con extremidades delgadas y fuertes. Ojos almendrados, rodeados con el color del Ticking. Pelo corto y denso, la variante de pelo largo es la raza Somalí. El color es el Ticking (jaspeado) característico en las tonalidades; Salvaje, Sorrel, Azul, Fawn y Silver aunque la más representativa es la Salvaje o Ruddy.
El Abisinio no necesita una atención demasiado meticulosa, por su pelaje corto, bastaría con cepillarlo de vez en cuando para evitar la acumulación de pelo muerto.
Otro aspecto es referente a su alimentación, como es un animal muy activo, su alimentación debe ser energética.
Hasta el momento no se le atribuyen al Abisinio afecciones características aunque se podrían presentar algunas alteraciones genéticas, entre las más frecuentes; Amiloidosis renal (Insuficiencia renal crónica), Luxación de rótula y Hernia umbilical.
Los gatos domésticos poseen una personalidad general que es compartida por cualquier miembro de la familia felina. Se trata de unos rasgos innatos que el proceso de evolución ha imprimido de modo indeleble en ellos y que hacen que un gato sea lo que es. Sin embargo conviene destacar que no todos ponen de manifiesto el conjunto de características en grado igual, lo cual supone decir que cada ejemplar cuenta con una personalidad propia.
Lo mismo resulta cierto de las razas caninas y así tenemos que cada una de ellas es resultado del mismo proceso de selección que intervino en la conversión de grupos diversos de gatos en razas muy diferenciadas. Precisa añadir que con carácter complementario a dicho proceso también se forjó la forma de ser de cada una de ellas. Es de todo punto obvio, por lo que las razas caninas respecta, que un perro pastor es muy diferente de uno de caza y éste, a su vez, de uno de guarda. Por lo que a los gatos concierne es evidente que no puede decirse que sus razas pongan de manifiesto una gama tan extensa y diferenciada de rasgos como en el caso de los perros pero sin embargo los poseen.
El Persa es muy diferente del Siamés, el cual a su vez es distinto del Abisinio. Las características vinculadas a la raza pueden ser algunas veces muy tenues, pero lo cierto es que se hallan presentes como cualquier aficionado a los gatos que haya poseído ejemplares de numerosas razas nos podrá confirmar. Debe señalarse, no obstante, que las características son asimismo unos rasgos subjetivos, lo cual supone decir que todos nosotros vemos en nuestros gatos unas cualidades y unas emociones que creemos que son muy especiales ya que sólo a través de una interacción constante y presidida por el cariño entre quienes poseen felinos y éstos se producirá un desarrollo pleno de las personalidades.
La del Abisinio es una raza que reclama afecto de quienes poseen algún ejemplar de la misma pero sin que ello obste a que pueda mostrarse reservada e independiente. Se le debe conceder tiempo cuando lo necesita. Es más bien adecuada para las personas adultas. Aun cuando un Abisinio es un felino excelente para vivir en un ambiente familiar, conviene señalar que probablemente como mejor se encuentra es en hogares en los que no deba competir para gozar de los favores de su dueño.
El Abisinio es muy inteligente y por ello deberemos proporcionarle la oportunidad de poder poner en práctica esta facultad. Esto se consigue a través de una interacción en los juegos y a tal fin será preciso que adquiramos unos juguetes seguros en nuestro establecimiento habitual de animales de compañía. Las pelotas fijadas al extremo de un cordel y las estructuras por las que pueda trepar constituyen el medio idóneo que ha de permitir a nuestro Abisinio concentrar su mente en algo. Con carácter paralelo tenemos que también contribuirán q quemar unas pocas calorías.
El ejercicio es importante para una raza tan activa y por consiguiente deberá permitirse que todo Abisinio pueda practicarlo con la máxima frecuencia posible. Debe recordarse que es una raza muy atlética como claramente sugiere su constitución corporal. Si en una de sus frenéticas carreras desde una habitación a otra destroza algún ornamento, nos conviene tener presente que se trata de un precio muy reducido que deberemos pagar a cambio de poseer un felino de porte tan imperial. Para un Abisinio, el mundo y el hogar de su dueño constituyen un reino que se extiende a sus pies y éste es un extremo que haremos muy bien en tenerlo siempre presente. De una raza tan noble no debe esperarse que se comporte como cualquier gato callejero, ya que después de todo fue cuidadosamente criado para ser un felino de alto estándar.
Cuanto mayor sea el espacio de que dispongamos tanto mejor, ya que un Abisinio no gusta de las restricciones. Por consiguiente, donde más cómodo se encontrará es en un hogar en el que pueda explorar y deambular por él. Un hogar, en suma, en el que le resulte posible gozar de un elevado grado de interacción con sus compañeros humanos.
No descuidemos en modo alguno nuestro trabajo diario habitual pero mostrémonos dispuestos a dedicar la mayor parte posible de nuestro tiempo libre a entretener un Abisinio, ya que ello se traducirá en un desarrollo pleno de su personalidad. No conviene olvidar que su evolución hacia la consecución de un carácter equilibrado se apoya en el afecto y en la atención que se le presta y, por tanto, no es el gato adecuado para aquellos hogares en que sus dueños potenciales no se hallan en condiciones de dedicarle un mínimo de tiempo todos los días para jugar con él y acariciarlo.
Otro rasgo de la mayoría de los Abisinios es que conservan en elevado grado el carácter de cachorros, lo cual significa que mientras muchos felinos manifiestan una mayor madurez y una actitud más adulta en su comportamiento a medida que van creciendo, el Abisinio retiene por así decir ciertas trazas de Peter Pan en su personalidad. Se desarrolla física y emocionalmente pero nunca pierde el talante travieso y juguetón que ponía de manifiesto cuando era un atractivo cachorro. Siempre movido por la curiosidad y preparado para participar en cualquier juego, un Abisinio sólo tiene la edad que siente y siempre se considera joven de corazón.
El aspecto negativo de esta característica viene representado por el hecho de que para un Abisinio, las cortinas y los estantes son objetos que sólo se hallan presentes para que pueda distraerse con ellos. Sin embargo, con un poco de adiestramiento, un Abisinio es lo bastante inteligente como para transigir y sobre esta base aceptará el que se nos otorguen algunas concesiones si a cambio proporcionamos todas las otras cosas buenas de la vida que esta raza espera y que resultan apropiadas para su status en la jerarquía social del mundo felino.
No necesitamos estar en presencia de la suave fluidez del pelaje de un Persa o la brillante estructura multicolor de algunas razas para captar de modo instantáneo el significado de la cualidad a la que damos el nombre de elegancia. El Abisinio es un auténtico sangre azul que fue desarrollado por la aristocracia para su propio placer. Es posible que los tiempos hayan cambiado, pero el porte regio y el aspecto majestuoso de Abisinio rezuman superioridad sin necesidad de apoyarse en otros efectos que no sean los que de forma innata caracterizan a la raza.
Se trata de uno de los gatos con menos rasgos exagerados y resulta por ello imposible señalar cualquier peculiaridad anatómica que sea llamativa. Es la forma intrínseca en que se combinan todos sus rasgos la que permite decir: «he aquí un felino auténticamente magnífico». Es este hecho el que quizá represente la verdadera quintaesencia de lo que constituye un felino natural pero al mismo tiempo noble.
Por supuesto existen aquellos que aseguran que el Abisinio es de aspecto corriente pero cualquier entendido responderá que sólo cuando se han probado los vinos de inferior calidad se está en situación de apreciar la del que ha sido objeto de un envejecimiento cuidadoso en las debidas condiciones para que adquiera una fragancia apropiada y un sabor delicado. A algunos, el Abisinio les produce de inmediato la impresión de que se trata de una raza muy especial. A otros les exige tiempo y experiencia junto a otras razas antes de que puedan valorar un felino tan elegantemente constituido en todos los aspectos.
A pesar de su porte regio, el Abisinio no es un gato faldero mimado. La raza fue desarrollada para que fuese lo más natural posible y adquiriese todos los rasgos necesarios para vivir en el hogar de los humanos pero reteniendo, sin embargo, la fortaleza que caracterizaba a sus antepasados silvestres. Es por dicho motivo que no cabe asociarlo con ningún aspecto débil en su temperamento o en su constitución física, ni tampoco con problemas genéticos que resultan evidentes en otras razas.
No muestra predisposición a las enfermedades si recibe los cuidados correctos y es muy capaz de cuidar de sí mismo si algún gato callejero se cruza en su camino e inicia una pelea. No obstante, cabe esperar que nunca deba enfrentarse a agresiones de este tipo en torno a nuestro hogar. De hecho se valdrá, si la ocasión surgiese, de su superior intelecto y capacidad atlética para evitar tales confrontaciones.
Al ser una raza tan inteligente, el Abisinio puede poner de manifiesto una sensibilidad considerable con relación a los estados de ánimo de sus compañeros humanos. Se muestra juguetón cuando en nosotros prevalece el mismo espíritu pero sosegado y cariñoso cuando observa que es lo sentimental lo que en un momento dado prevalece. Es esta misma sensibilidad lo que lo convierte en un gato muy despierto, lo cual hace que rápidamente perciba cualquier ruido inusual o el rumor de personas que se aproximan a sus dominios, es decir, nuestro hogar. Procede destacar que todos los gatos poseen esta facultad que conservan de su origen silvestre y que en esta raza se mantiene a un nivel muy elevado.
El Abisinio, incluso hoy en día, atrae principalmente a quienes saben apreciar una delicada perfección en un gato. En resumen, se trata de un ser de carácter reposado que concebido hace muchos años acabó convirtiéndose en una realidad. Si preferimos la seda a la lana o el cava a la cerveza, entonces no encontraremos un felino mejor que el Abisinio.
Si deseas saber más sobre el Abisinio te recomendamos la publicación de la editorial Hispano Europea El Abisinio:
Majestuosamente pero con un sigilo espectral, los gatos Abisinios deambulaban por el interior de los grandes templos del antiguo Egipto. Eran, por así decir, los hijos de los dioses, su reencarnación terrenal. Representaban todo lo bueno, todo lo divino, y se les otorgaba el respeto y la adoración que su posición omnipotente exigía. Desgraciadamente, una descripción tan romántica y a la que muchos gustarían prestar su aceptación con carácter exclusivo, sólo resulta cierta si de ella se elimina el término Abisinio.
Forma parte de la naturaleza humana creer que si nos es posible establecer un nexo ininterrumpido con algo que existió hace cientos o miles de años, tal circunstancia concede en cierto modo un status mayor a aquello que constituye el elemento central de dicho nexo. No hay nada que objetar a ese enfoque ya que aparte su interés también es fuente de placer.
Sin embargo, cuando la realidad y la ficción no aparecen claramente identificadas, surge el peligro de que se inicie una fusión y que ello dé lugar a una visión distorsionada de la verdad, es decir, que saquemos mayores conclusiones de lo que vemos que de la realidad histórica de su creación. La raza del Abisinio, tal como hoy la conocemos, cuenta con una ascendencia que no se remonta más allá del siglo XIX y no sólo es esto un hecho cierto, sino que lejos de ser de Abisinia y mucho menos Egipcia, tenemos que fue creada en las verdes y placenteras tierras de Inglaterra. Moraba no en los palacios de los faraones, sino en los hogares de la burguesía inglesa de clase media y elevada, los cuales constituían un lugar muy acogedor durante sus años de formación.
¿Cómo sabemos que la raza no es la misma que embellecía los pórticos santificados de los antiguos templos egipcios? La respuesta podemos encontrarla en el hecho de que con anterioridad al siglo XIX no existían auténticas razas de gatos y que lo que como máximo se podía encontrar eran tipos diversos. Fue solamente con la formación de asociaciones de aficionados a los gatos que los tipos pasaron a convertirse en razas.
Esto se llevó a cabo a través de una comparación de los ejemplares individuales con unas normas escritas que fijaron los criterios que permitían distinguir cada una de las razas de sus arquetipos, y la cría, a partir de dicho instante, se vio orientada hacia la consecución de una progenie que respondiese a las exigencias físicas establecidas en las referidas normas, o sea lo que se conoce como el estándar. Lo mismo resulta cierto para el Mau egipcio y muchas otras especies cuyos dueños creen fervorosamente que sus amigos felinos son descendientes directos, con carácter puro, de gatos que eran objeto de veneración hace miles de años en determinados países.
Como máximo, podemos decir que es posible que exista en los gatos que poseemos una leve presencia de genes egipcios que derivan de los felinos de los faraones pero tal supuesto implica llevar el margen de probabilidades a un límite extremo y podría decirse fácilmente de cualquier raza actual.
Para poder apreciar lo que hace de los gatos Abisinios una raza específica entre los gatos, resulta necesario llegar primero a un cierto grado de comprensión de la estructura de su pelaje y apoyándonos en ello, establecer unas premisas lógicas acerca de cómo se desarrolló hasta llegar a conformar el magnífico felino que nos es dable ver hoy en día. Todos los gatos silvestres ponen de manifiesto, en mayor o menor grado, una estructura en su pelaje que recibe el nombre de agutí (mamífero roedor sudamericano, muy parecido al almizclero. Se alimenta de hojas, frutos y raíces, y pertenece a la familia de los dasipróctidos) y que consiste en un barrado de de cada uno de los pelos individuales, a base de una tonalidad clara y otra oscura, que les presta un aspecto chispeado difuso cuando descansan parcialmente unos sobre otros.
Una segunda estructura aparece superpuesta sobre la indicada en la mayoría de especies de gatos silvestres y en ellos ciertas áreas de la denominada agutí resultan modificadas. Como consecuencia de tal circunstancia, las bandas de tonalidad más clara son algo más oscuras, lo cual se traduce en la estructura listada conocida con el nombre de atigrada (tabby) y con la cual ya nos hallamos indudablemente familiarizados.
Existen cuatro estructuras tabby reconocidas: la mackerel, la blotched, la spotted y la abisinia. En la primera el listado es vertical, ligeramente curvado y parte de una banda oscura que discurre a lo largo de ambos lados del lomo. Dichas listas pueden tener carácter continuo o bien interrupto constituyendo segmentos o motas. También se hallan presentes en la cabeza y formando bandas circulares en torno a las patas y la cola. En el caso de la estructura del blotched, el listado corporal adopta el aspecto de espirales y en el punto en que se produce una fusión entre ellas hacen su aparición manchas de diversos tamaños. Esta estructura es conocida comúnmente en el ámbito felino como atigrado «clásico». Nuestro interés, sin embargo, recae sobre la cuarta forma, o sea la conocida como atigrado Abisinio. En ella no existe lista alguna en el cuerpo, el cual muestra el aspecto chispeado difuso básico del agutí, pero se mantiene la presencia de cierto listado en el rostro, las patas y la cola. A través de una cría selectiva, el listado de estas áreas en la raza Abisinia ha sido reducido considerablemente con el objetivo de conseguir un chispeado difuso carente de listas en la medida de lo posible.
El que la eliminación de las bandas de las patas y de la cola dé lugar a que la imagen que tenemos de la raza egipcia, propia del pasado, resulte desvirtuada es cuestión discutible, sobre todo teniendo en cuenta que la singularidad del Abisinio finalizó con la llegada en años recientes de una segunda raza de pelaje chispeado difuso, es decir, el Singapura.
Es cuestión generalmente admitida por arqueólogos y zoólogos que el proceso de domesticación felina se inició hace 4.000 años aproximadamente en el Medio Oriente, siendo probable que tuviera como base un proceso concurrente en numerosos países de la región. Egipto representa, en este aspecto, el punto focal debido a que sus habitantes veneraban los gatos, los cuales se convirtieron en deidades de primer orden, siendo muchos los objetos, los murales y las esculturas que ayudan a establecer una tabla cronológica de las diversas divinidades felinas.
Aceptando Egipto como el centro de domesticación, parece lógico asumir que los gatos silvestres nativos de dicha área fuesen los que probablemente sirvieron para desarrollar los ejemplares domésticos. Sobre esta base tenemos que la elección obvia viene representada por el gato de la jungla o de los pantanos (Felis chaus), el silvestre europeo (Felis silvestris) y sus subespecies de silvestre africano (Felis s. libyca).
Si se somete a estudio el silvestris podrá comprobarse que partiendo de la estructura mackerel-atigrada de carácter muy obvio que podemos observar en las especies que habitan en las regiones septentrionales, se aprecia una progresiva reducción de la misma a medida que el área de difusión se extiende hacia el sur y el este. En el gato silvestre africano, las listas corporales son de tonalidad desvaída y algunas veces ni siquiera se hallan presentes. Esta circunstancia también es válida en el caso del Felis chaus, cuyo pelaje no difiere del que posee el Abisinio. El color también experimenta un cambio y pasa del gris al castaño rojizo a medida que el área de difusión se vuelve más árida y desértica.
Cada una de las especies silvestres mentadas es híbrida y, debido a ello, nunca podremos saber si los gatos domésticos son el resultado de una, dos o más especies, aun cuando este extremo no reviste gran importancia para el aficionado corriente. El punto interesante a considerar es que podemos ver que los de tipo abisinio-atigrado así como los de estructura mackerel y moteada (spotted) representados en muros y monumentos funerarios ya existían en Egipto durante la época de los faraones.
Sería, sin embargo, extremadamente engañoso decir que se trata de Abisinios ya que éste es un término que sólo resulta correctamente apropiado para aplicarlo a la raza que hoy conocemos con dicho nombre. Con un pelaje chispeado difuso de carácter similar, tenemos que los ejemplares liebres han existido en todos los países en que una especie silvestre mostrando esta estructura genética ha contado con una distribución natural.
Los gatos de Egipto fueron transportados a muchos países del Medio Oriente y de Asia, así como a Europa, donde comenzaba a hacer su aparición la cultura griega. Estos gatos se hibridaron con los silvestres y los semidomésticos locales y como consecuencia de tal circunstancia los genes del Abisinio-atigrado se fueron extendiendo lentamente por toda Europa, a lo que contribuyeron considerablemente los romanos, los cuales no sólo gobernaron Egipto durante muchos años sino también buena parte de Europa incluida Gran Bretaña.
Después de la conquista de Gran Bretaña por los romanos durante el año 43 a.C. tuvieron que transcurrir 1930 años antes de que apareciese una asociación con el propósito de desarrollar razas felinas y promover la afición en torno a ellas. Durante dicho periodo fueron enviados gatos desde Europa a todos los países del mundo y ello a través de viajeros diversos y expediciones militares. De igual modo tenemos que al regresar las tropas trajeron ejemplares de los gatos locales que cabía ver en tierras lejanas, en especial si su aspecto era de algún modo inusual.
El resultado de este trasiego felino fue que en Gran Bretaña y en el continente europeo se originó un creciente fondo genético a partir del cual se desarrollaron la mayoría de razas del momento actual. Había gatos pequeños y grandes, pelilargos y pelicortos, rabones y muchos poniendo de manifiesto una amplia gama de colores y de estructuras diversas en su pelaje. Incluidos en estos últimos se podían encontrar ejemplares con un chispeado difuso provenientes de Rusia. Asia, España y el Próximo Oriente, con inclusión de Egipto, Libia, el Sudán y Abisinia. Procede señalar, sin embargo, que esta colección de carácter múltiple no incluía verdaderas razas sino únicamente clases de gatos, es decir, tipos generales a los que se daba una multitud de nombres locales a medida que transcurrían los siglos.
Al iniciarse el siglo XIX hizo su aparición un creciente interés a través de toda Europa y América por toda clase de animales. No debe sorprender, por tanto, el que sólo fuera una cuestión de tiempo antes de que los gatos se convirtieran en el origen de un grupo más especializado de aficionados que aquellos que simplemente los amaban y los tenían junto a sí como animales de compañía. El hecho singular, más que cualquier otro, que propició la aparición de la afición por los gatos fue una exposición que tuvo lugar en el Palacio de Cristal de Sydenham, en Londres, el jueves 13 de julio de 1871. Su organización corrió a cargo de Harrison Weir, miembro de la Sociedad de Horticultura y un gran amante de los gatos. La exposición alcanzó un éxito sin precedentes y como consecuencia de ello se celebraron otras en Gran Bretaña, y después en el continente europeo y en los Estados Unidos. Y así fue como nació la afición por los gatos.
Con el trasfondo de las exposiciones, el deseo de desarrollar razas constituyó una progresión lógica y muy popular en aquellos días, similar a la que se mantiene en el momento actual. Debe subrayarse que quienes participaban en las exposiciones no pertenecían a la clase obrera sino más bien a la media y a la superior. No era su deseo el que sus gatos fuesen de la variedad callejera ordinaria, sino felinos de cierto status que se mantuvieran aparte de lo que cabría llamar «minino corriente». Ni que decir tiene que en esta actitud se podía encontrar un fuerte componente de esnobismo que rodeaba a todo cuanto constituía la afición por los gatos.
Determinar exactamente cuándo y quién tuvo la idea de desarrollar una raza a la que iba a llamarse Abisinia es detalle que parece haberse perdido en los arcanos de la historia. Lo que sabemos es que en 1868 un capitán llamado Barrett Lennard regresó con la expedición militar británica de Abisinia (actualmente Etiopía) y trajo con él una hembra llamada Zulú. Aun cuando este felino atrajo obviamente la atención de los aficionados a los gatos, lo cierto es que aparentemente guardaba escaso parecido con la raza del momento actual, salvo el hecho de que su pelaje era de tonalidad liebre, con tendencia al rojo castaño y con presencia de un chispeado difuso, todo lo cual se consideró como algo inusual en aquella época.
Dicha hembra no parece que hiciera aportación alguna a la formación de la raza (por lo menos desde un punto de vista documentado) y puede que fuese uno de los muchos gatos que vinieron de Abisinia junto a los militares que regresaban. Lo que Zulú es posible que haya hecho es introducir el concepto de una determinada raza y en tal caso el nombre de Abisinio resultaba totalmente lógico teniendo en cuenta el punto de donde procedía. Con ello se otorgaba a la raza el beneficio de ciertas connotaciones con los gatos de los faraones.
Tanto Harrison Weir como Luis Wain (el primer presidente de la National Cat Society of England) señalaron que la raza que se hallaba en proceso de desarrollo debía ser llamada, si se quería obrar de un modo apropiado, «tipo» Abisinio ya que existían muchos gatos similares en Gran Bretaña en aquella época cuya procedencia cabía encontrarla en las camadas de pelicortos nacionales. Se cuenta asimismo con declaraciones documentadas de Weir en las que describe a la raza como siendo rusa y española.
En 1882 el Abisinio fue reconocido por primera vez como constituyendo una raza separada pero en el momento en que se fundó la National Cat Society, en el año 1887, se abandonó tal denominación. A partir de dicho instante, la raza fue diversamente conocida como gato chispeado difuso británico, Bunny (conejillo) o Hare (liebre). De cada una de tales denominaciones se creyó que representaba mejor la idea de un felino de pelaje agutí si bien contribuían escasamente a proyectar un aura de majestuosidad en un momento en que resultaba de muy buen tono el que así fuese. No fue hasta que se constituyó el Abyssinian Cat Club en Inglaterra en el año 1919 que volvió a utilizarse el nombre de Abisionio y a aceptarse por todos los aficionados.
Durante su primera época, el Abisinio no siempre fue el ejemplar ágil, característico y de aspecto semiforáneo que conocemos hoy en día. Cualquier felino que contase con un pelaje chispeado difuso era considerado un Abisinio. El actualmente famoso color liebre tampoco era por aquel entonces un detalle preeminente. De hecho, muchos de los gatos contaban con un pelaje chispeado difuso de tonalidad plateada, lo cual resulta manifiesto considerando sus nombres. El plateado era el color más en boga en el caso de los atigrados durante dicho periodo.
Para hacerse una idea de su valor en el curso de los primeros años de existencia de la raza, resulta interesante señalar que en 1912 una pareja de Abisinios se vendían por un importe superior a lo que un trabajador corriente ganaba en dos meses.
En 1896 se inscribieron los primeros Abisinios en el National Cat Club y a este hecho cabe atribuir el final de la era del «tipo» y el comienzo de las auténticas razas. Los ejemplares inscritos fueron Sedgemere Bottle, nacido en 1892, y Sedgemere Peaty, nacido en 1894, ambos de padres desconocidos y criados por un tal Mr. Swinyard (procede señalar que el término «desconocido» no significa que así fueran los padres o bien que éstos no eran Abisinios, sino simplemente que carecían de pedigree).
De un cierto número de Abisinios que fueron inscritos en los primeros registros genealógicos cabe señalar que, de uno de sus padres o de ambos a la vez se desconocía su ascendencia. De ello se infiere que la creación de una raza, a menos que esté basada en una mutación específica, no es algo que se consigue de un día para otro. Debe tenerse en cuenta además que muchos de los primeros criadores no mantenían anotación alguna con relación a pedigrees. Puede afirmarse que aparte de tener el pelaje chispeado difuso, un Abisinio era definido como tal ¡simplemente porque así lo decía su criador! Sólo con el paso del tiempo, con un número cada vez mayor de registros genealógicos, una cifra creciente de exposiciones y la cuidadosa anotación de linajes a través de los pedigrees, consiguió la raza distanciarse progresivamente de la definición pragmática para entrar en la plenamente demostrable.
Debe asimismo tenerse en cuenta que durante los años de formación de cualquier raza siempre se halla presente un elemento de desacuerdo entre los criadores respecto a lo que constituye la que procede denominar «auténtica» crianza. Sabemos que los plateados gozaron de gran popularidad en otras épocas. Nombres tales como Aluminio, Platino, Plata y Sal difícilmente habrían sido aplicados a los Abisinios liebres o rojos (sorrel).
A medida que fueron transcurriendo los años, los plateados y los amarillos perdieron el favor de que habían venido gozando y el Abisinio pasó a disfrutar de gran consideración en su calidad de gato de pelaje rojo en grado diverso de intensidad. Durante la década de 1950 casi todos los Abisinios que cabía ver en Inglaterra eran del color liebre usual. La raza todavía conservaba su carácter de rareza y se la consideraba fuertemente asociada sólo con las clases profesionales y superiores.
En 1905, Miss Carew-Cox, una de las criadoras más preeminentes de Gran Bretaña, obtuvo por nacimiento un macho al que dio nombre de Aluminio. Demostró ser uno de los ejemplares más prolíficos de su camada y muchos de los linajes actualmente famosos se remontan hasta él. En 1907 uno de sus apareamientos fue con Fancy Free, una hembra Abisinia plateada de reconocida calidad también propiedad de Carew-Cox. En la camada resultante se hallaba presente Aluminio II, el cual fue enviado a Miss J.R. Cathcart, residente en América, junto con una hembra llamada Sal, la cual había nacido un mes después. Su padre era Aluminio pero la madre era Abeba. De esta pareja se cree que fueron los primeros Abisinios que llegaron a los Estados Unidos y esto es desde luego cierto si se considera desde el punto de vista de la existencia del testimonio aportado por su inscripción en el correspondiente registro.
En los años que siguieron a esta importación inicial no existe constancia de ninguna otra inscripción de Abisinios británicos en los Estados Unidos hasta llegar a 1933. Después, el flujo de importaciones desde Inglaterra se mantuvo lento pero constante a medida que la raza fue ganando popularidad como felino muy especial. Desgraciadamente, la segunda guerra mundial ejerció unos efectos catastróficos sobre la población de Abisinios en Gran Bretaña y trajo como consecuencia una ralentización en el desarrollo de la raza en los Estados Unidos. Sin embargo y pese a todo, la semilla ya había sido plantada.
En el curso de los años que siguieron a 1945 fueron muchos los ejemplares de soberbios Abisinios británicos que llegaron a América, contribuyendo con ello a incrementar el reducido caudal genético existente. Sobre esta base se constituyó el núcleo a partir del cual nacieron muchos de los que con el paso del tiempo se convirtieron en destacados campeones para llegar, en algunos casos, a ocupar los niveles máximos. El Abisinio se ha mantenido como elección restringida de los verdaderos aficionados a los felinos hasta una época relativamente reciente en que, algunos medios audiovisuales, han hecho que la raza atrajese la atención de una audiencia mucho más amplia que la representada por el ámbito más restrictivo de las exposiciones felinas.
Sin embargo, también las exposiciones ganaron en amplitud y atractivo, y proyectaron al Abisinio hacia un mayor número de criadores que rápidamente se apercibieron del potencial que concurría en la raza. De ella se puede decir que ha ganado prácticamente cada uno de los premios máximos en todos los países en que se halla bien asentada. Hoy en día, el Abisinio es una de las razas más populares tanto en los Estados Unidos como en Gran Bretaña. No rivaliza ciertamente con el gran número de seguidores con que cuentan los Persas, los Siameses o los Birmanos, pero se encuentra muy por delante de la mayoría de otras razas. Un extremo a considerar es que constituye un mérito considerable el que disfrute popularidad sin ser una raza constituida por un número muy elevado de ejemplares. Debe tenerse en cuenta asimismo que una gran popularidad invariablemente va aparejada con una regresión de la raza en una forma u otra, lo cual es una consecuencia de carácter negativo. Hasta ahora y afortunadamente, esta situación no se ha dado en el Abisinio, el cual se mantiene como ejemplo clásico y también como testimonio de la forma en que los criadores pueden centrar su atención en un rasgo genético, que en este caso es la estructura del pelaje, y con una visión apropiada convertirlo en característica de una raza de aspecto regio pero al mismo tiempo natural. Tan natural de hecho que fácilmente puede convencer a un poseedor de que se trata de un gato muy especial, de la clase apropiada para un faraón de una civilización ya extinguida. Un gato que de un modo u otro, a través de la divina providencia, ha conseguido sobrevivir a innumerables pruebas y tribulaciones para poner de manifiesto su especial atractivo sobre sus incondicionales seguidores a través de épocas pretéritas.
Hasta aquí nos hemos concentrado en la estructura del pelaje del Abisinio, pero igualmente importante para la raza es su estructura corporal. Se trata de un gato ágil y de tipo foráneo si lo comparamos con la figura algo rolliza de los pelicortos nacionales de Europa y Estados Unidos. El tipo foráneo ha estado presente desde la primera exposición felina a la que concurrió bajo forma de una pareja de Siameses.
Sin embargo, en algunas razas este aspecto ha cambiado en grado muy acusado desde los primeros años del siglo actual. La cabeza se ha vuelto mucho más triangular y el cuerpo ha derivado hacia un perfil extremadamente delgado, prestando al conjunto un aspecto larguirucho que no se hallaba presente en los primeros gatos foráneos de los cuales es arquetipo del Siamés.
Los criadores de Abisinios se mostraron prudentes y procedieron a desarrollar una apariencia foránea son permitir en ningún momento que la influencia de la moda provocara oscilaciones bruscas hacia un extremo u otro. La raza en su forma liebre o sorrel tiene buena parte del aspecto de una especie natural que ha experimentado muy pocos cambios a través de los siglos. La estructura del pelaje y también la corporal constituyen rasgos heredados con carácter independiente uno de otro y así fue como prestando una cuidadosa atención a ellos se consiguió desarrollar el Abisinio de hoy en día.
Aun cuando este libro se refiere específicamente al Abisinio, parece apropiado hacer mención del Somalí, el cual es una versión pelilarga de aquél. Conviene señalar en este punto que siempre que hace su aparición una variante pelilarga en el seno de una raza de pelicortos, tal circunstancia siempre provoca controversia y esto fue precisamente lo que ocurrió en Canadá y los Estados Unidos durante la década de los 60 con relación al Abisinio. La cuestión debatida era la siguiente: ¿constituía el gen que daba lugar a un pelaje largo una mutación espontánea dentro de la raza o había sido introducido a través de un Persa u otro gato pelilargo? Cabe decir que la opinión popular se inclina por una mutación natural.
Sea como fuere procede destacar, considerada la situación en el momento actual, que no se trata de un aspecto que revista gran importancia ya que el resultado final es siempre el mismo y da lugar a la creación de una nueva raza. El término somalí, aun cuando es un producto obvio de la fantasía, fue elegido como nombre debido a que Somalia es el país que se encuentra inmediatamente al lado de Abisinia (Etiopía). Tras su llegada inicial, la raza atrajo a un número de aficionados y comenzó a conseguir un progresivo reconocimiento por parte de las diversas asociaciones felinas durante la década de los 70. Actualmente es aceptado por todas las asociaciones existentes en el mundo.
Su pelaje no es denso y sólo lo suficientemente largo como para darle un aspecto diferenciado, más bien parecido al Balinés que a su precursor pelicorto, es decir, el Siamés. El Somalí ha conseguido un elevado número de seguidores y desde los 120 inicialmente inscritos en 1979 en la Cat Fanciers Association (CFA) ha venido incrementando su número de un modo ininterrumpido. Esta circunstancia no debe constituir sorpresa alguna si se tiene en cuenta la raza de la cual proviene, cuyo carácter y cualidades ha heredado.
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Mediano
Con forma de cuña y de proporciones medianas. Ancha en la parte superior. Los contornos son suaves y graciosos. La nariz debe ser de largo mediano. Vista de perfil la cabeza presenta una curva suave: no debe tener stop ni ser recta. El mentón debe ser firme y bien desarrollado. El hocico no debe ser afilado. Se desea un ligero angostamiento formando el hocico pero sin llegar a ser pinch, lo cual es considerado una falta.
Relativamente grandes y anchas en la base. Puntas ligeramente redondeadas. Son deseables las típicas “impresiones de pulgar” y penachos en las puntas. Deben estar separadas y alertas.
Grandes, de forma almendrada y ubicados bien separados. Brillantes y expresivos. De color ámbar, verdes o amarillos. De un color puro, limpio e intenso. Delineado de acuerdo al color del ticking.
Gracioso y elegante.
De construcción mediana, de largo mediano, firme y elástico. Al sujetarlo se le notará la tonicidad muscular.
Fibrosas, finas y largas, en proporción con el cuerpo. Manos y pies pequeños y ovales.
Algo larga, afinándose suavemente hacia la punta. Ancha en la base.
Corto, fino, pegado al cuerpo. Se preferirán dos o tres bandas de color en cada pelo, con las puntas oscuras.
Nota: sólo se tolerará blanco en el mentón y zona de los orificios nasales.
Demasiado stop, demasiadas marcas en la cara.
Orejas pequeñas o en punta.
Ojos redondos.
Falta de delineado alrededor de los ojos.
Color de ojos no claro.
Aspecto cobby.
Anillos en la cola.
Manto frío o color arena.
Sombras fantasmales u otras marcas “tabby” en cuerpo y patas.
Cabeza de tipo asiamesado o redonda.
Barras en las cuatro patas.
Cola en forma de látigo.
Manto gris o tono de base muy claro o muy oscuro.
Muy poco “ticking” o falta de éste donde sea deseado.
Collares enteros.
Marcas en el estómago y el pecho.
Camafeo blanco.
Blanco extendido al pecho.
Ruddy/Blue/Sorrel/Beige-fawn
Ruddy/Blue/Sorrel/Beige-fawn silver
Nota: El color de base no debería tener parches o tonos en marrón o amarillo.
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