El Burmés es una antigua raza proveniente de Birmania. Se trata de un gato muy sociable y cariñoso, de ahí el merecido sobrenombre de “gato de compañía”. Se dice que su personalidad es comparable a la de un perro, ya que le encanta vivir en familia y no le gusta que lo dejen solo mucho tiempo.
Existen numerosas leyendas del siglo XV que relacionan a este gato con el que existía en los monasterios birmanos, aunque estaba muy difundido también por Tailandia. Ya en nuestros días, todo apunta a que la primera gata Burmés, la trajo a San Francisco (USA) un psiquiatra procedente de Birmania y empezó a trabajar en los primeros apareamiento para depurar la especie. La raza quedó oficialmente reconocida hacia los años 50, tanto en USA como en Europa
El Burmés es un gato curioso e inteligente. Posee un carácter encantador; juguetón y comunicativo aunque poco vocalizador. Disfruta mucho de la compañía humana, reclamará su dosis diaria de juegos y mimos. Perfecto para la convivencia con niños y otros animales.
El Burmés es un gato mediano; musculoso y compacto. La cabeza es redondeada, de pómulos salientes. Los ojos muy separados y expresivos, preferiblemente en color dorado. Su pelo es corto y brillante, de textura sedosa. Los colores admitidos son; marrón, azul, chocolate, lila, rojo, crema y tortugas. La pigmentación debe ser máxima en los points y atenuada en el vientre.
El Burmés no necesita una atención demasiado meticulosa, bastaría con cepillarlo de vez en cuando para evitar la acumulación de pelo muerto.
Hasta el momento no se le atribuyen al Burmés afecciones características, la selección natural ha convertido a este gato en una raza muy sana y longeva.
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