El término Burmilla, como se puede deducir, proviene de la combinación lingüística de Burmés y de Persa Chinchilla, las razas de las que procede. El gato plateado, como se le suele denominar, goza de gran popularidad, aunque la raza, en sus inicios, contó con serios obstáculos por motivos genéticos.
La raza se originó, fortuitamente en Reino Unido, fruto del cruce entre un Persa chinchilla y una gata Burmés lila. La raza fue registrada por la CA (Cat Association of Britain) en 1983, aunque hasta 1994 no la reconoció oficialmente la FIFe (Federación Internacional Felina).
El Burmilla es un gato tranquilo e inteligente. Posee un carácter afectuoso y juguetón, ideal para la convivencia con niños y otros animales. Buena adaptabilidad a entornos interiores aunque también les agradan las escapadas al exterior.
El Burmilla es un gato mediano de apariencia compacta. Patas fuertes, las traseras ligeramente más largas que las delanteras. La cabeza es redondeada, de mejillas anchas. Los ojos deben ser verdes y enmarcados en negro. Su pelo es corto y brillante, de textura sedosa. Los colores admitidos son; de base blanco o plata, con los colores; negro, azul, chocolate, lila, canela, rojo y crema.
El Burmilla no necesita una atención demasiado meticulosa, bastaría con cepillarlo de vez en cuando para evitar la acumulación de pelo muerto.
Hasta el momento no se le atribuyen al Burmilla afecciones características, la selección natural ha convertido a este gato en una raza muy sana.
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