El Barbet es una bola peluda y lanosa a la que se le forma una barba de pelo en el mentón, motivo que le ha dado el nombre a la raza (barbet en inglés es barbudo y barbe en francés es barba). Debido a sus grandes dotes como nadador y a su abundante pelaje, el Barbet puede permanecer horas dentro del agua sin pasar frío. Es por eso que básicamente fue usado en la caza de aves acuáticas.
Hay muchas hipótesis sobre el origen del Barbet. Algunas afirman que este perro proviene de Polonia y otras consideran que es originario del Norte de África y que se importó a Europa durante la Edad Media. Este perro se extendió rápidamente por todo el continente dejando tras de si un buen rastro de genes que, al cabo de los siglos, ayudaron a conformar razas como el caniche o como gran parte de perros pastores.
El Barbet es un perro audaz, vivaz y dócil. Le gusta nadar, chapotear y zambullirse en el agua. Es equilibrado y se siente muy apegado a sus dueños. No es miedoso ni agresivo, y como perro guardián sólo se limita a avisar.
El Barbet se caracteriza por su grueso pelaje denso, lanoso, largo y ondulado que lo protege del frío y la humedad. Los pelos del cráneo le tapan los ojos redondos y marrones que tiene. Es un perro robusto, fornido y algo alargado. Tiene las orejas implantadas bajas y son anchas, largas y planas. La cola la tiene un poco levantada, sin estar horizontal, formando un ligero gancho en el extremo.
Debido al denso y lanoso pelaje del Barbet es necesario desenredarle el pelo regularmente, sino es muy probable que se apelmace en placas.
Ya de cachorro se le tiene que educar de manera firme o sino, de adulto, puede que se vuelva un perro muy dominante.
Si el Barbet vive en la ciudad se tendrá que sacar a menudo y hacerle correr en grandes espacios. Lo ideal sería tenerlo en un jardín.
La simpatía que tiene el Barbet hacia el agua hace que esté expuesto a enfermedades del aparato respiratorio, como traqueítis y bronco-pulmonías. Después de cada chapuzón, sería recomendable secarlo con un paño de lana seco.
El Barbet tiene una gran predisposición a la otitis.
Se puede considerar el barbet desde dos ángulos, como perro de agua y como perro de compañía.
De olfato menos fino que los bracos y menos escurridizo que el griffon, el barbet dejó de ser utilizado por los cazadores hace ya más de un siglo. Su pelo lanoso le impedía meterse en los zarzales, y eso lo convertía en un auxiliar poco válido para cazar en llano.
En cambio, hay un terreno en el que el barbet destaca de verdad, el de la caza en los marjales. En este aspecto resulta incomparable, haga el tiempo que haga. Le gusta chapotear, nadar, zambullirse y cobrar la pieza tanto en aguas profundas como en los cañaverales.
El barbet es un auxiliar tan valioso desde hace tanto tiempo porque también se comporta como un excelente perro de compañía. Tanto por su aspecto como por su comportamiento, el barbet figura entre los perros que tienen el aspecto de una simpática bola de pelos que tanto gustan a los aficionados a los perros de peluche.
En todo caso, el barbet ha seguido siendo un animal auténtico que ha sabido conservar todas sus cualidades a lo largo de los siglos. No será su esnobismo lo que llame la atención, sino su rusticidad, solidez y un cierto anticonformismo. Éste es un perro nada sofisticado, y particularmente dócil. Pero no por eso es un perro apático sino todo lo contrario pues está lleno de ardor, vivacidad y fuerza. Como es tan aficionado al agua, le gusta acompañar no sólo a los cazadores sino también a los pescadores y hasta a los simples paseantes. Completamente a sus anchas en un velero, con un ligero aprendizaje sabrá indicarle al pescador de caña cuando pican.
De todas maneras, el barbet reclama la presencia humana. Necesita participar en la vida de la familia que lo acoge. Por otra parte, su viva inteligencia lo puede convertir en un perro muy dominante cuando sea adulto, razón por la que se le ha de dar una educación bastante firme cuando es cachorro. A los tres meses debe haber asimilado el “tumbado”, “sentado”, “quieto”. Su capacidad de comprensión en este sentido resulta asombrosa, y no es casual que el barbet haya estado empleado en algunos circos. En eso también es el ancestro del caniche. Es un perro al que le gusta “hacerse el interesante”, llevar el cesto de la compra, ladrar cuando se lo piden, y en definitiva, hacer cuanto complazca a sus dueños. Es muy paciente con los niños con quienes participa en los juegos y en las travesuras.
En cuanto a las aptitudes del barbet como guardián se limitan a avisar. Ladra y anuncia la llegada de cualquier extraño, pero no se muestra peligroso salvo que se le adiestre para ello. Contento cuando está al aire libre, el barbet se puede aclimatar a la vida urbana, pero en ese caso habrá que sacarlo a menudo y hacerle correr y llevarlo a grandes espacios. Lo ideal es una finca con jardín.
“Es el ancestro del caniche”. Es lo que se suele decir del barbet. En realidad, este perro pertenece a una raza muy antigua, y los cinólogos le atribuyen los orígenes más diversos. Al parecer, el barbet existía en África del norte a comienzos de nuestra era y entonces se le empleaba en la guarda de rebaños. Después aparece en la península Ibérica con los perros de agua españoles y portugueses.
El barbet fue importado a Francia seguramente por los moros durante las invasiones del siglo VII. Cuando los árabes fueron derrotados, abandonaron el país dejando este animal que, a lo largo de veinte años de ocupación, tuvo tiempo de reproducirse e implantarse. Unos siglos después, el barbet también se instaló en los países del este europeo gracias a las invasiones turcas.
Así pues, este perro se difundió muy pronto por los países occidentales. Las razones de su implantación están relacionadas con la relativa pobreza de la población canina local, especialmente en las Galias. En la época merovingia, las Galias estaban cubiertas de inmensos bosques, la agricultura estaba poco desarrollada y la caza ocupaba un lugar importante en las actividades cotidianas, razón por la cual las razas más extendidas eran de perros sabuesos, dogos y quizá lebreles. Pero no había perros de pastor ni perros de muestra ni perros de compañía. Era lógico que el barbet ocupara un lugar que había quedado vacante; más fácil de alimentar que el dogo y menos turbulento que el perro sabueso, se le podía utilizar en la caza, algo que era muy apreciado por los campesinos que en aquella época no podían servirse de las razas reservadas a las familias nobles. Por si fuera poco, el barbet resultó ser un buen guardián de rebaños y de casas.
Observando las aptitudes de tal o cual ejemplar es cómo se empezaron a seleccionar diferentes tipos de perros. Por ejemplo, cuando se vio que el barbet era más hábil que sus congéneres para seguirle el rastro a la caza, se reservaron sus cachorros para la caza. Así se afirma que contribuyó al nacimiento de varias razas de Francia, España o Inglaterra.
Se suele decir que el primer descendiente del barbet fue el “español”, ancestro del epagneul, que, como su nombre indica, nació en España. Asimismo, según una teoría europea, contraria a la versión norteamericana, el terranova habría nacido del barbet. Y en efecto, en los navíos franceses e ingleses del siglo XVIII se encontraban barbets, que coincidían con los vascos que iban a Terranova. La afición al agua del terranova le vendría del barbet.
En los Pirineos, el barbet pudo contribuir al nacimiento del pastor catalán, en la vertiente española, y del pastor de los Pirineos, en la francesa. En la cuenca parisiense engendró al briard, y a primeros de siglo todavía se encontraban pastores de Brie con el pelo del barbet. Un pelo que también se encuentra en el bergamasco en Italia. Algunos piensan que el bobtail y el bearded collie de Inglaterra descienden en parte del barbet.
La asociación del barbet con un perro sabueso permitiría crear el griffon.
Así resumida, esta evolución puede parecer rápida. Pero no hay que perder de vista que se produjo a lo largo de más de mil años. El barbet era omnipresente en los campos, y resulta normal que se empleara en diversas tareas. Pero aunque diera nacimiento a varias razas, no dejó de conservar su tipo original.
Algunos barbets especializados en la caza acuática se convirtieron en Francia en los únicos perros eficaces en esa tarea. En el siglo XIX, se utilizaba el barbet a bordo de los barcos para cobrar las aves acuáticas que los marinos mataban o para recuperar todo lo que cayera al agua.
Pero en esa época ya no se sabe muy bien si hay que hablar todavía de barbet o más bien de caniche. El perro introducido en Francia por los moros fue también el padre del caniche, una paternidad causante en parte de su pérdida pero que, paradójicamente, contribuyó a su reputación. El caniche es el resultado de la evolución en los gustos de la cinofilia. En el siglo XVIII, el color de la capa de los perros era el criterio dominante para escoger y los ejemplares unicolor, negros o blancos, empezaban a ser los que más gustaban al público. Los barbets, negros y blancos, se cruzaron con un epagneul y así nació el “barbet pequeño”, o sea, el caniche. Cuando este se afinó con el paso de los años y su pelo se volvió más rizado y menos lanoso, se dejo de llamarle barbet, y las dos razas quedaron diferenciadas, convirtiéndose la ultima en la más popular porque respondía mejor al gusto de la época.
Perro de agua, utilizado para la caza de aves salvajes. El Barbet, como todos los perros de agua, es más que un simple cobrador, debe buscar y hacer salir del bosque la caza escondida en la vegetación acuática y levantarla. Luego cobra la pieza derribada por su amo. No le teme al frío y entra al agua sin importar qué tiempo haga.
Esta es una raza muy antigua, común en toda Francia, utilizada para la caza menor y descrita o citada en varias obras desde el siglo 16.
De tamaño y líneas medianas. Se caracteriza por un pelaje denso y lanudo que le provee una protección eficaz contra el frío y la humedad. El pelo forma una barba en el mentón, lo que ha dado nombre a la raza.
Con una tolerancia de + ó – 1 centímetro.
Hocico ligeramente más corto que el cráneo.
La longitud del cuerpo, medida desde la punta del hombro, hasta la punta del glúteo, es ligeramente superior a la altura a la cruz.
Equilibrado, muy apegado a sus amos, muy sociable, amante del agua, aún muy fría.
El pelo del cráneo debe caer hasta el caño nasal. La barba es larga y abundante; el bigote cubre todo el caño nasal y es bien abundante.
Corto y poderoso.
Un poco levantada, sobrepasa la horizontal cuando el perro está en acción. De inserción baja, formando un leve gancho en la extremidad.
Redondos, anchos, cubiertos de pelo.
Pasos ágiles, los miembros se mueven en el eje del cuerpo. Extensión mediana de las extremidades anteriores y buen las posteriores.
Relativamente gruesa.
Largo, lanudo, enrizado, puede formar mechas. Es abundante, cubriendo todo el cuerpo en su estado natural. Esta es una característica esencial de la raza. El Barbet se puede acicalar de una manera específica para facilitar su trabajo y el mantenimiento de su pelo.
Unicolor negro, gris, marrón, leonado, arena, blanco o con algunos parches de color diferente. Se aceptan todos los matices del leonado y del color arena. Preferiblemente, el matiz deberá ser el mismo sobre todo el cuerpo.
Cualquier desviación de los criterios antes mencionados se considera como una falta y la gravedad de ésta se considera al grado de la desviación al estándar.
Cualquier perro mostrando claras señales de anormalidades físicas o de comportamiento debe ser descalificado.
Nota: Los machos deben tener dos testículos de apariencia normal completamente descendidos en el escroto.
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