Esta bola de algodón estuvo de muy moda en las altas esferas de la Europa del XV y XVI. Las princesas y las damas de compañía adoraban su blanco pelaje y su carácter tranquilo. Este perrito se convirtió en el obsequio que los monarcas ofrecían como regalo de bienvenida o como símbolo de buena vecindad. Pero la fama no es eterna y a finales del siglo XVIII otras razas como el Caniche o el Bichón Habanero hicieron que el Bichón Boloñés cayera en el olvido.
El Bichón Boloñés es originario de Bolonia, Italia. Sus ancestros se remontan a los siglos XI o XII, época en que este Bichón era considerado como un perro de lujo, el favorito de la clase alta renacentista en Italia. Ya desde sus antepasados, el Bichón Boloñés ha sido utilizado como animal de compañía.
El Bichón Boloñés es un excelente perro de compañía, tanto para niños como para gente mayor. Es serio, muy cariñoso y apegado con su dueño, y a veces puede resultar un poco empalagoso. Juguetón y alegre, el Bichón Boloñés es obediente y le gusta sorprender y divertir a sus dueños.
De aspecto serio, el Bichón Boloñés es un perro pequeño y compacto, cubierto de un pelaje largo, denso y rizado. Sus extremidades son cortas y musculosas. Tiene las orejas largas y caídas y la cola curvada sobre la espalda. Es de color blanco aunque puede presentar marcas rubias.
El pelaje del Bichón Boloñés requiere cepillados diarios y no se debe cortar. Necesita caminar cada día y estar acompañado.Debe llevar una dieta sana y equilibrada, una alimentación sólo a base de carne puede causarle graves desequilibrios. Es recomendable que la ración combine alguno de estos alimentos: carne, pescado, arroz, pasta, verdura, queso, huevos o fruta.
En el Bichón Boloñés es necesaria la inspección durante la primavera y el verano de las zonas de bajo las orejas, perianal, inguinal, bajo las axilas y espacios interdigitales. En estos lugares es donde con mayor frecuencia pueden surgir infecciones en la piel que pueden ser la causa de algunas enfermedades.
“Sorprendeme, diviérteme y no me dejes sola”, esto es lo que una dama de la corte le podía pedir a su animal preferido en el siglo XVI. Para las pocas familias que hoy tienen uno, el bichon boloñés todavía puede satisfacer perfectamente esas tareas.
Lo cierto es que este pequeño perro, de una treintena de centímetros, tiene mucha gracia y provoca la sonrisa cuando adopta su actitud seria tan característica. En su comportamiento de filósofo se parece mucho a ciertas razas de origen asiático, en especial al shih tzu. En todo caso, no se debe confundir su aparente tranquilidad con la indiferencia ni con la pereza.
Muy inteligente, observa todo lo que ocurre a su alrededor, y sólo se siente bien cuando su dueño esta cerca. Con los niños resulta naturalmente agradable a condición de que aquellos no le pidan que se ponga a correr con ellos como un loco ni que participe en juegos turbulentos. Prefiere moverse tranquilamente entre ellos, de manera amistosa, sin actividad desbordante.
Antaño, algunas personas le confiaban la guarda de la casa al bichon boloñés. Pero éste tiene una morfología que evidentemente no lo convierte en el guardián disuasivo que se encuentra en las razas pastoras. Bien es verdad que ladrará como la mayoría de los perros cuando un desconocido entre en casa de su dueño sin que le hayan invitado, pero de nada sirve pedirle que haga algo mas.
El bichon boloñés es, sobre todo, un perro de compañía, tranquilo y sereno, que encuentra su equilibrio en el ambiente cálido del hogar. Famoso en su isla antillana por su agudo sentido de la vigilancia, el bichon habanero era utilizado como guardián de aves de corral. Siempre al acecho, ladraba y advertía a los dueños cuando algún predador o algún ladrón se acercaban demasiado al corral.
El habanero es sin duda el bichon más rústico de todos. Cómo no le teme a la lluvia puede quedarse afuera durante horas, siempre contento de brincar y jugar al lado de su dueño. El bichon habanero es ante todo un perro de interior al que naturalmente le gusta disfrutar del ambiente familiar.
“Son unos perros sorprendentes, dicen siempre quienes los conocen bien, pues siempre están mirando a su dueño“. La mirada tierna y asombrada de los bichones habaneros expresa muy bien lo que la especie humana representa para ellos. Este perro sólo esta en su elemento con la familia. Con los niños se muestra cariñoso, divertido, olvidándose incluso de sus poses elegantes para participar en las travesuras y payasadas de los críos.
“Estate quieto y callado”. Esta orden ofendería a los bichones boloñés y habanero que se caracterizan por su aspecto gracioso. Se crearon tanto para el placer de la vista como para la compañía, y sería nefasto para su equilibrio físico y psíquico que se les obligara a llevar una vida rutinaria o que se esperara que fueran tan resistentes y rústicos como un perro de pastor. Tienen necesidad de que se les mime, les gusta que se les hable y saben muy bien cómo desencadenar el lado humano de la compañía.
Menos extendidos que el bichon maltés o el bichon de pelo rizado, tan escasos éstos que las dos razas estuvieron a punto de desaparecer por completo, la primera en el siglo XVIII y la segunda cien años más tarde, los bichones boloñés y habanero no dejan de ser herederos de una larga historia en la que se mezclan exotismo y boato de las cortes europeas.
Hay diversas opiniones sobre los orígenes de los bichones. Según algunos, procederían de la India y después se habrían implantado en Grecia, probablemente tras las conquistas de Alejandro el Grande en el siglo IV a.J.C., mientras que, para otros, la cuna de estas razas se encontraría en tierras egipcias.
En lo que respecta al bichon boloñés, y con independencia de la hipótesis que se defienda, hoy se sabe que estuvo de moda en Europa desde el siglo XV. Perro mimado de los soberanos, las princesas y las damas de compañía, que apreciaban su pelaje de un blanco inmaculado y su carácter asombrosamente tranquilo, se convirtió en cierto modo en la rara perla que los monarcas ofrecían como regalo de bienvenida o como prueba de buena vecindad.
Sin embargo, la gloria del bichon boloñés sólo duró unos cuantos siglos. A finales del Siglo XVIII, otros perros como el caniche despertaron el interés de los grandes de este mundo y el bichon boloñés, a pesar de sus cualidades, no pudo soportar la competencia y poco a poco quedó olvidado. Por esa misma época empezó el bichon habanero a honrar con su presencia los salones de moda de las costas mediterráneas, las Antillas y Cuba en especial. Aquí también divergen las opiniones cuando se trata de determinar los ancestros de este pequeño perro vivo y despierto. Para muchos cinófilos, habría nacido del cruce entre un bichon maltés y un perro antillano, una unión realizada por iniciativa de los conquistadores españoles en la isla cubana. Por el contrario, según otros, el bichon habanero, o havanese como le llaman en Estados Unidos y Alemania, tendría por ancestro al bichon boloñés y un perro norteamericano.
Según estudios recientes, lo que parece más probable es que el bichon habanero naciera en la cuenca del Mediterráneo antes de que unos Oficiales del ejército español lo exportaran a Cuba como obsequio a las familias más ricas de La Habana a comienzos del Siglo XVIII. Lo cual explicaría que se hubiera convertido en un perro muy apreciado en la isla. Poco después, el bichon habanero llegaría a tierra de America donde enseguida se convirtió en el juguete favorito de las damas de la alta sociedad. Pero, al igual que su congenere boloñés aunque un poco más tarde, también fue cayendo en el olvido poco a poco sin que se sepa muy bien por que.
Este eclipse duraría hasta 1960 cuando el bichon habanero volvió a ponerse de moda. Los cinólogos norteamericanos, que se interesaron por este perro, intentaron reconstituir la raza.
Sus orígenes se confunden con los del Bichon Maltés, ya que sus lejanos ancestros son los mismos pequeños perros citados en latín por Aristóteles (384 322 A.C.) bajo la denominación de "canes melitenses". Ya conocido en la época romana, el Bichon Boloñés figura de manera especial entre los regalos muy apreciados que se hacían durante toda la época los poderosos de este mundo. Cosmo de Medicis (1389 1464) trae no menos de ocho a Bruselas para regalárselos a otros tantos señores belgas. Felipe II, rey de España de 1556 a 1598, después de haber recibido dos de ellos como regalo del duque d'Este, le da las gracias en una carta donde le dice que estos dos pequeños perros son "el regalo más majestuoso que se le pueda hacer a un emperador". El Bichon Boloñés aparece representado en cuadros de Tiziano, de Pierre Breughel "el viejo", y de Goya.
De tamaño pequeño, con el tronco recogido y compacto, cubierto de pelo blanco puro, largo y vaporoso.
Altura a la cruz:
Peso: de 2,5 a 4 kg.
Su cuerpo tiende a ser un cuadrado, de tal manera que la longitud del tronco es igual a la talla (altura a la cruz).
Es muy serio y, en general, tranquilo. Es valeroso, dócil, muy apegado a su amo y a su ambiente.
De longitud mediana, alcanza 1/3 de la altura a la cruz. Su amplitud, medida al nivel de los arcos cigomáticos, es igual a su longitud.
Sin papada; su longitud es igual a la longitud de la cabeza.
Ya que el cuerpo tiende a ser cuadrado, la longitud del tronco, medida desde la punta de la espalda hasta a la del glúteo, es igual a la altura a la cruz.
Está situada en la línea de la grupa y se arquea sobre la espalda.
Considerados en conjunto, presentan un aplomo perfecto y son paralelos entre sí con relación al plano medio del tronco.
Considerados en conjunto y vistos de atrás deben seguir una línea perfectamente vertical que va desde la punta del glúteo hasta el suelo. Son paralelos entre sí.
Desenvuelto, enérgico; el porte de la cabeza es noble y distinguido.
Bien estirada y adherida a todo el cuerpo, con las mucosas visibles y el tercer párpado rigurosamente pigmentado de color negro.
Largo sobre todo el cuerpo, de la cabeza a la cola y de la región dorsal hasta los pies. Es más corto sobre el hocico. Es más bien vaporoso, por lo tanto no es estirado, sino en mechones; nunca forma flequillos.
Blanco puro, sin manchas, ni tonalidades de blanco.
Cualquier desviación de los criterios antes mencionados se considera como falta y la gravedad de ésta se considera al grado de la desviación al estándar.
Estrabismo.
Cualquier perro mostrando claras señales de anormalidades físicas o de comportamiento debe ser descalificado.
Nota: Los machos deben tener dos testículos de apariencia normal, completamente descendidos en el escroto.
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