El Boyero de Berna, también conocido como Bouvier Bernois, es un perro que necesita mantenerse activo. Algunas actividades que le pueden estimular son: las salidas a la montaña, el carting (enganche y tiro de carritos), las competiciones de obediencia, ejercer tareas de búsqueda y rescate o participar como perro de terapia (visitando hospitales y asilos).
El Boyero de Berna es una raza muy antigua procedente de Suiza, que con el paso de los siglos y los diversos cruces realizados, ha llegado a ser el perro que hoy conocemos. En su país natal, el Bouvier Bernois era utilizado por los campesinos como perro guardián y ayudaba a los ganaderos bovinos a mantener a salvo los rebaños. A finales del siglo XIX, debido a la buena reputación de los quesos suizos, los campesinos le sacaron el máximo rendimiento al Bernés y lo destinaron a tirar de carros lecheros.
El Boyero de Berna es equilibrado, leal, amable, decidido y tiene un instinto de guarda muy marcado. Tiene muy buen carácter, es independiente y reservado con los extraños, aunque afectuoso con sus dueños.
El Bouvier Bernois es un perro grande, robusto y bien proporcionado. Sus extremidades son estrechas y fuertes. Tiene unas orejas medianas, triangulares y que le cuelgan a los lados de la cabeza. Su cola es peluda y le cae hasta el torso. El pelo es fino, liso y largo y de color negro con manchas marrón rojas en las mejillas, ojos, piernas y pecho. Tiene marcas blancas en la cabeza (claramente delimitadas y simétricas), en el cuello, en el pecho, en los pies y en la punta de la cola.
El Boyero de Berna necesita mucho espacio y si no se le puede sacar a diario, hará falta que viva en una casa con jardín. Al ser un perro robusto, puede vivir perfectamente al aire libre siempre y cuando disponga de una caseta en la que refugiarse en caso de mal tiempo.
Es un perro que necesita que se le dedique tiempo y sesiones de juego regulares.
Es muy fácil mantener el pelo del Bouvier Bernois, basta con cepillarlo diez minutos al día.
El Boyero de Berna es propenso a padecer algunas enfermedades relacionadas con su tamaño como displasia de cadera , de codo o torsión de estómago. También tiene cierta predisposición genética a padecer un tipo de cancer, el sarcoma histiocítico. Por este motivo hay que estar atento a su salud y seguir siempre los consejos veterinarios.
El Bernés es un impresionante perro tricolor, grande y con una disposición muy amable. Es inteligente y fuerte, y tiene la agilidad natural para desempeñar las funciones de tiro y de pastoreo para las cuales fue originalmente criada y utilizada esta raza en su Suiza natal. Es un perro afable y confiado en sí mismo, calmado, alerta y, aunque pueda parecer indiferente con los extraños, es resuelto, fiel y cariñoso dentro de la unidad familiar. Funciona muy bien como perro para la familia porque cuando está dentro de casa tiene un bajo nivel de actividad y una fuerte necesidad de estar cerca de los suyos. Su mayor felicidad es simplemente estar junto a sus seres queridos.
Dadas esas características, el Bernés no resulta un perro adecuado para perreras y estando en ellas no prosperará, ya que, en realidad, se sentirá muy infeliz sin la compañía humana. Si se le mantiene abandonado y sin atención, puede aburrirse y convertirse en un perro conflictivo cuando no se le ha asignado una tarea específica. Un jardín grande no es suficiente para él. El Bouvier de Berna adulto necesita largos paseos diarios de, por lo menos, una hora de duración para mantenerse mental y físicamente apto, aunque si aún no ha cumplido el año de edad debe tener ejercicio limitado para no dañar su aún inmadura estructura esquelética.
A pesar de que la habilidad para la guarda está grandemente disminuida en el actual Bernés, este perro da muestras de un gran juicio y hará todo lo posible por guardar y proteger a su familia. También es un buen perro vigilante, ya que avisará la cercanía de un extraño o intruso. El posesivo Bearnés ladrará ante la presencia de cualquiera que invada su territorio y lo mantendrá a raya, pero sólo un acto verdaderamente extremo provocará en él una agresión real. A este perro se le considera absolutamente confiable como mascota y compañía familiar.
Los instintos para el pastoreo que tiene el Bernés influyen en todo lo que hace. Un perro boyero defenderá a todo el mundo y custodiará cualquier cosa. Aunque adora a los niños, su talla y disposición juguetona podrían arrollar a un chico pequeño. Y, a despecho de su naturaleza noble, puede convertirse en un perro inmanejable sin el adiestramiento adecuado.
El Bernés tiene un fuerte deseo, más que eso: una infatigable necesidad de trabajar y por eso está buscando constantemente un reto o un trabajo que realizar. Se adapta a muchas tareas y es un perro que desea y tiene la voluntad de complacer. Nunca desafía la autoridad de su amo si se le ha educado debidamente desde una temprana edad.
Los Berneses son perros que tienen también un gran sentido del humor y a menudo exhiben una conducta bufonesca para convertirse en centros de atención. Pueden, sin embargo, manifestar rasgos de tozudez que podría conducirlos a ser un poco manipuladores.
Cuando uno posee un Boyero de Berna la mayor desventaja está, seguramente, en su corta esperanza de vida. La mayoría sólo vive de siete a ocho años y sólo unos pocos afortunados logran sobrevivir más de diez.
No hay duda de que el Bernés es más feliz cuando tiene una función que cumplir o cuando está desempeñando una tarea con o para su amo. En su nativa Suiza, al igual que ocurre en otros países, muchos ejemplares de la raza todavía viven como perros de trabajo en las granjas, tirando carretas, cuidando ganado y guardando sus propiedades y familias humanas.
Los Berneses en Suiza también sirven como perros de rescate, especialmente en las áreas montañosas. Se les entrena especialmente para este trabajo ante desastres de avalanchas y temblores de tierra. Algunos también trabajan localizando a las personas accidentadas en áreas tupidas o boscosas. El Bernés adora seguir rastros, por eso es tan particularmente apropiado para rastrear gente perdida. Además del servicio público que desempeña en el trabajo real de rescate, el Bernés participa en la actualidad en campeonatos de rescate, donde puede desplegar sus talentos como perito en búsqueda y en equipos de rescate.
No obstante, en la mayoría de los países, las pruebas de trabajo ofrecen la mejor oportunidad para que el Bernés manifieste su herencia. Las asociaciones caninas y los clubes de la raza organizan una variedad de agradables eventos para probar y retar las habilidades de muchas razas de perros de trabajo.
Hoy en día, el deporte del Agility se ha convertido en una prueba del máximo interés para la afición canina; es especialmente popular entre los dueños de perros de trabajo y/o atléticos. Las pruebas de Agility consisten en salvar una serie de obstáculos diseñados para las diferentes tallas de perros. Los participantes deben andar sobre, bajo, a través y alrededor de túneles, vallas, puentes y otros obstáculos. Todas las razas de perros pueden participar aunque las razas grandes, como el Bernés, no deben intentar saltar durante el primer y, tal vez, el segundo año de vida, cuando aún está en formación su estructura esquelética y es por ello más vulnerable. El Kennel Club de Inglaterra prohíbe adiestrar a cualquier perro para las puebas de Agility antes del primer año de edad.
Pero la especial pasión de los Berneses es el carting, así que no es para sorprenderse que esta actividad sea extremadamente popular entre los dueños y sus perros. Suiza y Suecia organizan competiciones para perros de tiro con rutas especiales designadas específicamente para ellos. El afán de los perros por el trabajo de tiro es tan fuerte que los amos tienen dificultades para controlar la impaciencia y el entusiasmo de sus perros en la línea de salida. Los aparejos y los carros son una parte importante del espectáculo del carting, ya que los arneses llevan hermosos trabajos artesanales y los carros exhiben una decoración muy elaborada.
Las asociaciones caninas y los clubes de la raza de otros países también auspician pruebas de trabajo para que las razas de tiro puedan emplear sus talentos en un campo productivo y a menudo, competitivo. En Alemania y en Suiza, y sólo por diversión –como una actividad recreativa– la mayoría de los Berneses han sido exhibidos en desfiles, con sus arneses de trabajo, tanto en los eventos organizados por los clubes como en otras actividades públicas.
Exhibir al Boyero de Berna en exposiciones de belleza puede resultar una actividad agradable y placentera tanto para el dueño como para el perro. Pero esta actividad es mucho más que el simple trotar con el perro alrededor del ring. Ya se trate de un aficionado o de un experimentado competidor, son los atributos físicos y las virtudes específicas de la raza que su perro exhiba, lo que contribuirá a que tenga éxito en el juego de las exposiciones de belleza, junto con el temperamento y la actitud, la condición del pelaje y las técnicas de acicalado, la marcha, el movimiento y la pericia del presentador. Si usted se propone competir seriamente en una exposición de belleza, lo primero que debe hacer es consultar con el criador de su perro o con cualquier otro experimentado dueño de Bernés. También resulta útil relacionarse con otras personas asiduas a las exposiciones para aprender y entender las reglas y otros detalles de esa altamente competitiva actividad canina.
Las exposiciones caninas en Gran Bretaña se organizan de acuerdo con los reglamentos y las estipulaciones establecidas por el Kennel Club. Además de las Exposiciones de Campeonato, donde los perros pueden hacerse acreedores a los Certificados de Desafío (puntos) necesarios para convertirse en Campeones de Exposición, hay varios tipos diferentes de eventos que son organizados por los clubes caninos para ayudar a los presentadores a adquirir experiencia y a familiarizarse con el ambiente de las exposiciones.
A despecho de su amable apariencia y disposición, el Bernés no es el perro ideal para todo el mundo. Los dueños potenciales deberían hacerse estas importantes preguntas antes de traer a un Boyero de Berna a casa como un miembro más de la familia.
1. Considere su propio estilo de vida: ¿el Bernés disfrutará o prosperará si le incluye en su programa diario? ¿Tiene usted tiempo para criar a un cachorro apropiadamente?
2. ¿Todos los miembros de su familia están de acuerdo en tener este perro?
3. ¿Cómo cuidará usted del cachorro y, luego, del adulto, y qué medidas se propone tomar? ¿Quién cuidará del perro si usted enferma o si se va de vacaciones?
4. ¿Puede estar algún miembro de su familia con el Bernés la mayor parte del día?
5. ¿Soportará el polvo, la suciedad y el pelo que un Bernés normal esparcirá en su casa?
6. ¿Tiene usted suficiente espacio en la casa y fuera de ella para este perro de raza grande?
7. ¿Su casero o la asociación de propietarios permite tener en las viviendas perros grandes en calidad de mascotas?
8. ¿Puede usted costear la comida, los cuidados de salud, los accesorios y los otros gastos que vienen con la tenencia de un perro?
9. ¿Algún miembro de su familia sufre de alergia al pelo del perro?
10. ¿Se responsabiliza usted con todo lo antes mencionado por los próximos diez años?
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Para descubrir los orígenes del Boyero de Berna, uno debe viajar siglos atrás en el tiempo y buscar las montañas y remotos valles del interior de Suiza, país donde la raza se originó. Los antepasados de este popular perro suizo vivieron y trabajaron con los granjeros celtas de aquellos primeros tiempos protegiendo tanto a las personas como al ganado contra sus predadores naturales.
La historia nos cuenta que, alrededor del año 1000 d.C., los granjeros suizos se habían procurado una pacífica existencia en las vertientes montañosas donde coexistían en armonía con la naturaleza y sus bestias. La historia revela, asimismo, que las familias más prósperas tenían grandes perros de trabajo como protectores de las tierras y del hogar. Los granjeros más pobres, incapaces de alimentar grandes animales con enorme apetito, tenían perros más pequeños de conformidad con sus magros presupuestos.
En apoyo de esta teoría, el escritor Conrad Gessner escribió en 1523: «Algunos de los perros grandes y fuertes son especialmente entrenados para mantenerse alrededor de las casas y de los establos, en el campo. Deben proteger el ganado de cualquier peligro. Algunos guardan el ganado, otros el campo y otros incluso, las casas. Otros perros son adiestrados para proteger a las personas. Deben pelear con personas agresivas y otras gentes perversas. Deben ser fieros, grandes y fuertes, ya que han de luchar contra guerreros que llevan puestas sus armaduras».
Parece que esos perros eran criados para desempeñar tareas específicas, a pesar de que la cría selectiva no era todavía práctica común en aquella época. Durante muchas generaciones, apacentar el ganado fue la tarea más importante de todos los perros boyeros. Adicionalmente, los perros eran usados como guardianes para avisar de la cercanía de cualquier animal salvaje, ya fuera un oso o un lobo, y también debían avisar sobre la presencia humana, porque había quienes venían a robar a cualquier precio. Aunque muy pocos perros modernos muestran aquellas antiguas inclinaciones, muchos ejemplares de perros boyeros todavía mantienen el instinto para la guarda y el pastoreo.
En aquellos tiempos, la valoración de cualquier perro dedicado únicamente a cuidar los bienes de la familia, estribaba en su habilidad y utilidad como pastor y como protector de las personas y sus propiedades. Los convencionales perros de compañía eran considerados como un lujo inútil, porque no pasaban de ser bocas extra que debían ser alimentadas.
Alrededor de 1850, los perros boyeros asumieron otra tarea en tanto que grupo de trabajo. Los granjeros suizos, muy conocidos por su capacidad para elaborar quesos realmente superiores, se dedicaban a ello, y muchos usaban a sus perros para tirar de carretas cargadas con los cántaros de leche que empleaban para sus negocios.
Antes de ese momento, la raza no tenía un nombre formal. Los perros eran conocidos simplemente como perros granjeros, perros de los carniceros o perros queseros. Como se comprenderá, estos perros eran conocidos por sus marcas específicas: los que tenían collares blancos eran llamados «Acollarados», los que tenían estrellas en la cara eran llamados «Estrellados» y los que tenían pequeñas manchas blancas en la cara eran conocidos como «Bari» (ositos). Los Bari eran llamados también «Gelbackler », que quiere decir «mejillas amarillas » y aquellos otros que tenían marcas de color fuego sobre los ojos eran llamados «Vieraugli», una palabra que significa «cuatro ojos».
Debido a la naturaleza prudente de los perros boyeros, había una gran demanda de ejemplares. Se les compraba y se les vendía en gran escala y, hacia mediados del siglo XIX el centro de este comercio se encontraba en Durrbachler Gasthaus. Quizá por ello la raza empezó a ser conocida como Durrbachler, debido al nombre de su plaza comercial.
Por la misma época, la popularidad del San Bernardo estaba creciendo y disminuía el interés por las razas montañesas. El enorme San Bernardo, con su coloración uniforme, cautivaba la atención de los cinófilos, mientras que los tricolores perros boyeros de Suiza permanecían inmutables en aquellas áreas remotas donde los granjeros y artesanos necesitaban a los perros para ganarse el sustento.
En 1883 se organizó la Asociación Canina Suiza. Su primera exposición abrió una clase para el San Bernardo y también para otros perros suizos, pero no reconoció a los boyeros. El interés por el San Bernardo continuaba creciendo mientras se prestaba menor atención a los humildes perros montañeses. En 1892 tuvo lugar un gran cambio de actitud cuando Franz Schertenleib, un posadero de Burgdorf, renovó el interés por el anticuado tipo de perro granjero. Inspirado en las leyendas que su padre le narraba sobre esta raza, se embarcó en la misión de preservar a estos perros para las futuras generaciones. Schertenleib recorrió Berna para localizar a los ejemplares apropiados, y su empresa pronto despertó un mayor interés entre los amantes de otras razas de perros similares.
Pero, sin duda, el mayor impacto en la evolución de la raza se produjo en los primeros años del siglo XX y fue debido a los esfuerzos de Albert Heim, un profesor de geología considerado como el salvador y el padre del Boyero de Berna. Criador de Terranovas en un principio, su interés en el perro de trabajo le condujo a investigar al perro granjero de las montañas. Su extensa investigación sobre las cuatro razas montañesas suizas le condujo al establecimiento de la Fundación Albert Heim, que es hoy un popular centro de información sobre la historia y características del Boyero de Berna y un gran recurso para los criadores de la raza.
En 1904, varios aficionados a esta raza convencieron a la Asociación Canina Suiza para que abriera una clase destinada al Durrbachler durante una exposición que iba a celebrarse en Berna. Fueron exhibidos seis machos y una hembra, y el desarrollo de la raza quedó establecido cuando cuatro de aquellos perros fueron registrados (en el libro de orígenes) por la asociación al año siguiente. Durante los diez años que siguieron, todos los Durrbachlers de ascendencia desconocida tuvieron asegurado su registro en el Libro de Orígenes genealógico suizo, aunque cada inscripción requería la aprobación de uno de los tres jueces reconocidos como expertos en la raza: el mesonero Franz Schertenleib; otro experimentado criador: Gottfried Mumenthaler, y un veterinario de Langnethal, el Dr. Scheidegger.
Estos tres especialistas, junto al ilustre Albert Heim, organizaron la primera asociación de la raza, a la que llamaron el Schweizerischer Durrbach Klub. Como miembro fundador, Heim sugirió que todos los perros Durrbach tricolores fueran llamados con un mismo nombre y convenció a los otros miembros de que éste fuera «Berner Sennenhund», para honrar a la villa dentro de la cual esta raza proliferó. El nombre era en sí inapropiado para los orígenes y tareas del perro, porque la traducción literal significa «Perro de pastor alpino (montañés) de Berna» y el Durrbach proviene de las tierras bajas. Sin embargo, el club, después de alguna discusión, aprobó el cambio de nombre. De acuerdo con esto, el club fue también conocido como el Berner Sennenhund Klub.
Hacia el año 1908, el interés por el Bernés había crecido considerablemente y, aquel año, en la exposición de Langenthal se inscribieron 21 ejemplares. Dos años después, en 1910, había 42 perros inscritos en una exposición celebrada en Berna. Las inscripciones continuaron aumentandoy el 24 de abril de 1910, la exposición del club en Burgdorf hizo historia dentro de la raza al establecer el récord de 107 Boyeros de Berna inscritos.
El profesor Heim fue el prestigioso juez en aquella exposición de Burgdorf. Muchos de los ejemplares que examinó tenían variaciones en el color que ya no eran deseables en la raza ypelajes que resultaban atípicos para un verdadero representante de la misma. Heim fue amable pero honesto en sus juicios y descalificó a varios perros debido a sus pelajes y marcas. También aconsejó a los expositores que produjeran animales de mejor calidad que contribuyeran realmente al mejoramiento de la raza.
Debido a la alta consideración que la comunidad de criadores tenía hacia Heim, sus palabras y los patrones queestableció ejercieron un fuerte impacto en ellos y los convencieron de la necesidad de mejorar la apariencia y el temperamento de los perros eliminando a los malos ejemplares de susprogramas de cría. Aunque se mantuvieron todavía algunas diferencias en cuanto al color y las marcas, la exposición produjo muchos buenos ejemplares que fueron admitidos en el Libro de Orígenes genealógico. Los criadores fueron receptivos, lo que a fin de cuentas mejoró sus programas genéticos en la cruzada por obtener un tipo más uniforme de perro.
Aquellos esfuerzos también sirvieron para definir las características del Bernés en relación con las otras tres razas alpinas: el Gran Boyero Suizo, el Appenzeller y el Entlebucher, siendo el Gran Suizo (o Swissy) el que compartía un pasado común con el San Bernardo. Aunque las cuatro razas son adictas al trabajo y poseen instintos ancestrales para el pastoreo, existen entre ellas significativas diferencias en cuanto al tipo, la talla y el pelaje. Y aunque las cuatro muestran la misma disposición plácida y amistosa, también existen sutiles diferencias en eltemperamento. El Bernés y el Swissy, las mayores entre las cuatro, son hoy las razas alpinas mejor conocidas y son también más asequibles que las pequeñas: el Appenzeller y el Entlebucher.
A lo largo de la primera década del siglo XX, el Bernés siguió al Appenzeller y al San Bernardo en popularidad. Gradualmente, sin embargo, la raza devino más uniforme a medida que eran más los granjeros y los criadores que exhibían a sus perros. El club llegó a tener hasta 40 miembros y un gran número de buenos perros presentándose en exposiciones. Hacia 1917, el Bernés había ganado considerable terreno y finalmente sobrepasó al Appenzeller en el número de perros inscritos; 20 años después, los registros de la raza llegaron a exceder también a los del San Bernardo.
Durante estos primeros años del siglo XX, la práctica genética fue, a lo sumo, bosquejada, y se usaron para la cría a muchos perros de ascendencia desconocida. No obstante, hacia 1940 era posible encontrar pedigrees con cinco generaciones registradas y con poca consanguinidad en sus bases. Pero, a despecho de los esfuerzos por conservar únicamente las mejores cualidades de la raza, el temperamento correcto aún constituía un problema y los miembros del club acordaron en que podría ser necesario introducir otra raza en el pozo genético.
Por esa época, la Naturaleza intervino y brindó una solución. Una hembra de Bernés llamada Christine v. Lux, quedó preñada cuando un macho Terranova llamado Pluto v. Erlengut saltó la valla que los separaba y, accidentalmente, la cubrió. El 21 de diciembre de 1948, Christine tuvo siete cachorros –tres hembras y cuatro machos– que, para gran sorpresa de todos, parecían Terranovas. Se especuló enseguida sobre la accidentalidad de este cruzamiento que muchos creían había sido un experimento deliberado para inyectar nueva sangre en el Boyero de Berna.
De los siete cachorros, uno fue conservado para cría. Se trataba de una hembra de nombre Babette, que fue entregada al Dr. Hauser, miembro del club, para uso futuro. Babette maduró con la morfología y el temperamento típicos de un Terranova. Cuando cumplió los tres años de edad fue cruzada con el Bernés Aldo v. Tieffurt, y así se hizo madre de seis cachorros vivos y dos nacidos muertos. Cuatro de los cachorros estaban marcados de manera incorrecta y sólo dos, una hembra y un macho, tenían las marcas del Bearnés. La hembra fue llamada Christine v. Schwarzwasserbachli y se le dio a Herr Mischler, el presidente del club en aquella época.
Mischler cruzó a Christine a los nueve meses de edad con un Bernés llamado Osi v. Allenluften, quien era un reproductor probado. De este cruce nacieron cinco cachorros, de los cuales sólo sobrevivieron un macho y una hembra. Alex, el macho, creció para convertirse en un representante excepcional de la raza: ganó numerosos premios en las exposiciones de belleza y llegó a ser Campeón Internacional y Campeón Mundial en 1956.
No es para sorprenderse, entonces, que los criadores de Boyeros de Berna solicitaran los servicios de Alex como semental. A lo largo de su vida fue cruzado con una gran variedad de hembras y produjo 51 camadas en las cuales imprimió muchas características deseables del Bernés. Con el tiempo, muchos criadores desarrollaron programas de consanguinidad en línea (line-breeding) para concentrar las grandes cualidades que se lograron a partir de los cruzamientos de Alex.
Comenzando el siglo XXI, el Boyero de Berna se mantiene como una de las razas más populares en Suiza, siendo el Schweizerischer Klub uno de los mayores clubes del país. Este club mantiene un control estricto sobre las prácticas de cría a través de una serie de evaluaciones llamadas «Ankrung», que se llevan a efecto varias veces al año a través de todo el país. Los miembros del club actúan como asesores para juzgar el temperamento y la morfología de los perros candidatos para la cría de acuerdo con el estándar de la raza y sólo aquellos perros considerados especímenes valiosos son aprobados para la reproducción.
El estado de las caderas es también un fuerte criterio para la reproducción. Debido a que la displasia de cadera es un serio problema genético, sólo los perros con grados de 0 a 1 son aprobados para la cría. Por su parte, la Asociación Canina Suiza no extiende el certificado de pedigree a una camada proveniente de un perro considerado como un ejemplar deficiente.
Esta Asociación ejerce un rígido control sobre el colectivo de criadores al cual permite producir únicamente una camada por hembra al año, de la cual sólo se autoriza la supervivencia de seis cachorros. A lo ancho de Suiza, dondequiera que nace una camada, el criador debe informarlo al controlador de cachorros del área, llamado «Wurfkontrolle ». Se designa a un criador experimentado que sea también miembro del club de la raza para inspeccionar los programas de cría de cada área. Si nacen más de seis cachorros, la camada debe ser reducida.
Las razones para eliminar cachorros responden al más grande interés por la raza. Los suizos están profundamente convencidos que sólo los muy buenos ejemplares de cada raza deben ser conservados y reproducidos, lo que obliga al criador a hacer una cuidadosa selección de los cachorros que deben ser eliminados. Hay también una preocupación naturalpor la salud de la madre y existe un consenso alrededor del hecho de que la cría de seis cachorros implica un mínimo de estrés para la perra que está amamantando. Es loable que el club también se preocupe por evitar la superpoblación, los riesgos que traen las «fábricas» de cachorros y otros métodos de cría irresponsable que son el lamentable subproducto de la popularidad. Pocos criadores en Suiza discrepan de estas restricciones, y la mayoría de ellos están dispuestos a apoyar estas limitaciones en la cría.
El Wurfkontrolle también ayuda a los criadores noveles en la eliminación de los cachorros y en otros asuntos relativos a la cría. El proceso de eliminación trae como resultado la selección de la talla y de las marcas correctas y los suizos creen que con eso ayudarán a asegurar la calidad futura de la raza. Los cachorros no pueden ser vendidos hasta que tienen, como mínimo, ocho semanas de edad.
El Boyero de Berna es altamente estimado y protegido en su Suiza nativa. El club de la raza tiene un gran empeño en conservar las habilidades de este perro para el trabajo. De hecho, todo el colectivo cinófilo está empeñado en asegurar el futuro de la raza. Abundan los clubes de adiestramiento y muchos de ellos organizan regularmente pruebas de trabajo. Los veterinarios suizos se esfuerzan mucho por educar a los criadores y propietarios en relación con los problemas de salud. El club de la raza publica boletines para mantener informados a los criadores de Boyeros de Berna sobre las actividades y otros asuntos relacionados con la raza. Su popularidad en todo el mundo no ha hecho sino intensificar la determinación de los suizos por criar los mejores Berneses posibles.
Los criadores helvéticos han trabajado firmemente para producir perros excelentes en sus programas de cría. El uso de Alex v. Angstorf tuvo un profundo efecto en el éxito alcanzado por muchos criaderos. Frau Tschanz es un genuino ejemplo de la influencia de Alex. Bajo su afijo Dursrutti, ha producido muchas generaciones de campeones llevando a efecto un programa genético de largo alcance cuidadosamente elaborado, que incorporó líneas de sangre de Alex.
Amadeus Krauchi es otro exitoso criador suizo que se ha hecho famoso en los Estados Unidos y en Gran Bretaña por sus Berneses von Nesselacker. Estos ejemplares de calidad superior ganaron en muchas exposiciones y transmitieron sus cualidades a sus descendientes a lo largo de la última parte del siglo XX.
Nosotros vimos a otro ganador de la clase campeón mundial, el famoso Asso v. Hogerbuur, que durante muchos años residió en el criadero von Grunenmatt, fundado por Ernst Schlucter. El carisma que tenía Asso para las exposiciones era legendario: siempre emocionaba y estremecía tanto a los jueces como a los espectadores. Él continuó su excelente legado como perro de trabajo en el campo. Otro Bernés Grunenmatt, llamado Xodi, viajó a Canadá para convertirse en uno de los Boyeros de Berna fundadores de la raza en ese país. Schlucter también envió a Fox v. Grunenmatt a Gran Bretaña para mejorar y afianzar allí los pies de cría.
Otra leyenda dentro del Bernés, Herr Iseli, una reconocida autoridad dentro de la raza y un juez altamente estimado, fundó su criadero Sumiswald en 1923. Este criadero fue continuado por su hijo, quien presidió el club suizo de la raza desde 1971 hasta 1980. Iseli también exportó a Inglaterra, en 1936, a su ejemplar de tres años Senta v. Sumiswald. Senta fue el primer Bernés importado por Gran Bretaña y pertenecía a las señoras Perry y Patterson.
La Sra. Perry, del criadero Kobe, y la Sra. Patterson, del criadero Fontana, eran criadoras de Samoyedo pero decidieron introducir el Bernés en su patria, Inglaterra. Primero adquirieron a Senta, que fue el primer Boyero de Berna importado a Inglaterra y al año siguiente adquirieron otros ejemplares, todos de dos años de edad. Fueron un macho llamado Quell, una hembra llamada Nelly y otra hembra preñada llamada Laura, todos criados por Fritz Stalder, del criadero Haslebacher; otro macho, Dani, criado por Herr Haslebacher, y una tercera hembra, Cacilie, criada por Herr Schmid. Laura parió cuatro cachorros mientras se encontraba todavía en cuarentena, en 1937; los cachorros fueron llamados Alex, Bruno, Nero y Berna. Fueron los primeros Berneses que nacieron en Inglaterra y su misión era sumarse al establecimiento de las bases de la raza en este país. La Sra. Perry crió con Dani y Nelly al año siguiente, ayudando así a establecer otros criaderos de Berneses.
La Segunda Guerra Mundial interrumpió los programas de cría del Bernés. Al igual que ocurrió con otras razas caninas, los escasos ejemplares, tanto cachorros como adultos que había en la isla fueron llevados a los hogares que podían alimentarlos y cuidarlos, y la raza desapareció literalmente durante aquellos años.
La raza se mantuvo virtualmente inexistente hasta dos décadas después cuando la Sra. Irene Creigh, criadora de Mastiff, descubrió a un perro de apariencia encantadora, un Boyero de Berna, en una fotografía que le enviara desde Suiza uno de sus clientes. La Sra. Creigh colaboró con su amiga la Sra. Mabel Coates, y entre las dos importaron dos Bearneses: un cachorro macho, de Herr Mathez y una hembra joven de Herr Kobel.
Mientras estos dos perros estaban aún en cuarentena, una alerta contra la rabia los retuvo allí y a ninguno se le permitió abandonar el lugar después de cumplir su periodo normal de cuarentena. La Sra. Coates consiguió que los perros fueran cruzados durante su prolongado confinamiento. Los cachorros nacieron bajo el afijo del criadero de la Sra. Coates, que era Nappa. Tres de ellos llegaron a manos de criadores serios y se convirtieron en los perros fundadores de tres exitosos criaderos de Berneses.
Uno de los tres, Black Magic of Nappa, fue adquirido y exhibido por Joyce Collis. Aunque no fue utilizado mucho como semental, «Berni» llegó a ser un gran representante del Bernés cuando apareció en un programa infantil de televisión llamado Magpie. Berni fue luego embarcado hacia los Estados Unidos con destino al Sr. Dick Schneider y allí ganó el Mejor de la Raza en su primera exposición en ese país. Lamentablemente, su carrera fue corta porque murió de un golpe de calor al año siguiente.
Entretanto, fue la Sra. Creigh la que tuvo el mayor impacto en el incremento del número de Boyeros de Berna en la Gran Bretaña. Ella continuó expandiendo su programa genético usando los dos perros originalmente importados, Dora y Oro, como perros fundadores de sus bases de cría. A su dedicación se debe la fundación del Club Británico del Boyero de Berna. Fue secretaria del club y también empezó a publicar un boletín sobre la raza.
El Club del Bernés se inauguró en 1971 con 25 miembros. Celebró su primer Concurso no Puntuable ocho años después, en 1979, al cual invitaron a Herr Krauchi y a Herr Iseli, de Suiza, para que evaluaran a los perros exhibidos. Otra vez se hizo evidente la contribución de la Sra. Creigh a la raza, cuando los dos premios, el Mejor de la Exposición y la Mejor Hembra, fueron obtenidos por Ch. Kisumu Bonne Esperance of Millwire, una hembra que ella había criado y vendido a Carol Lilliman. El éxito derivado de esta evaluación incitó al club a hacer un certamen de este tipo cada cuatro años, de modo que el evento fue repetido en las exposiciones de 1983 y 1987. Hoy en día, el club nacional de la raza tiene más de 700 miembros y organiza dos Exposiciones no Puntuables y una de Campeonato, certámenes que complementa con evaluaciones adicionales, pruebas de trabajo y seminarios educativos.
En los años de 1980 se organizó la Asociación de Criadores de Berneses de Gran Bretaña, compuesta por un grupo de criadores y aficionados que comenzaron por educar y distribuir información acerca de la raza. El club también patrocina seminarios educativos a lo ancho de todo el país y publica una popular revista llamada Oasis. La dedicación del club al mejoramiento de la raza ha conseguido grandes avances en relación con el interés constante y el desarrollo del Boyero de Berna en Gran Bretaña.
Durante la última década del siglo XX, fueron organizados varios clubes de Berneses en regiones específicas de la Gran Bretaña, para atender a los propietarios y entusiastas de la raza: el Club Escocés del Boyero de Berna, el Club Norteño del Boyero de Berna y el Club Sureño del Boyero de Berna; que están para atender a todos los aficionados a todo lo largo del país.
Aunque está documentada la importación de dos Berneses en los Estados Unidos en 1926, habrían de transcurrir aún diez años antes de que la raza fuera aceptada y reconocida en ese país. En 1935, el Sr. Shadow, de Luisiana, leyó un artículo sobre el Boyero de Berna escrito por la criadora suiza, la Sra. Egg Leach, para la American Kennel Gazette. El Sr. Shadow, que había quedado fascinado por la raza y ya en su juventud, contactó con la Sra. Leach y al año siguiente concertó con ella la importación de un macho, Quell v. Tiergarten, y de una hembra, Friday v. Haslenbach. Estos dos perros se convirtieron en los dos primeros ejemplares de la raza importados que fueron reconocidos por el American Kennel Club (AKC) cuando, en 1937, se aceptó la raza. El Boyero de Berna y el Gran Boyero Suizo son las dos únicas razas de perros montañeros suizos que están reconocidas por el AKC.
El Sr. Shadow persistió en su compromiso con el Bernés y fue constante en sus esfuerzos por promover la raza dentro de los Estados Unidos. Estos esfuerzos fueron, sin embargo, frustrados por la Segunda Guerra Mundial, y durante los siguientes diez años los perros del Sr. Shadow fueron los únicos Berneses registrados en el AKC.
Durante las dos décadas siguientes, el crecimiento de la raza fue lento. La gran distancia geográfica entre los entusiastas de la raza interfería en la propagación del Bearnés en muchas partes del país. Pero, hacia finales de la década de 1960 había suficiente interés como para garantizar la formación de un club de raza. El Club del Boyero de Berna de los Estados Unidos fue fundado en 1968 con ocho miembros. Dentro de ese mismo año se incrementó hasta 33 socios, se publicó un boletín y el club organizó su primer encuentro informal. Es mérito de este club haber establecido un premio para el Perro de Trabajo y otro para el Perro de Trabajo Excelente con el fin de honrar a aquellos perros que demostraran poseer las habilidades para el trabajo propias de la raza. El Bernés disfrutó de un modesto pero estable aumento en su popularidad y, durante la última década del siglo XX, la inscripción de perros en el AKC creció a más de 2.000 anuales.
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De pelo largo, tres colores, tamaño por sobre el mediano, fuerte, ágil, con miembros robustos, armónico y equilibrado.
Seguro, atento, guardían e intrépido en situaciones cotidianas. Cariñoso y fiel en su relación con las personas confiables. Seguro de sí mismo y pacífico ante los extraños. Temperamento medio, dócil.
Fuerte. El tamaño debe tener relación armónica con la apariencia general. No debe ser demasiado imponente.
Fuerte, musculoso, de longitud mediana.
Bien cubierta de pelo, alcanzando como mínimo la articulación del corvejón. En descanso cuelga y durante el movimiento ondea a la altura de la espalda o levemente sobre ésta.
Estructura ósea fuerte.
Vistos de frente, derechos y paralelos, mas bien separados.
Vistos de atrás, colocación derecha y paralela. No demasiado juntos.
En todos los tipos de marcha el movimiento debe cubrir bien la superficie y ser uniforme. Paso hacia el frente libre y buen empuje desde el cuarto posterior. Durante el trote, visto desde adelante y desde atrás la dirección de los miembros debe ser en línea recta.
Largo y brillante, lacio o algo ondulado.
Color base negro azabache con marcas intensas marrón rojizas en las mejillas, sobre los ojos, en los cuatro miembros y sobre el pecho.
Las marcas blancas tienen la siguiente distribución:
Cualquier desviación de los criterios antes mencionados se considera como falta y la gravedad de ésta se considera al grado de la desviación al estándar.
Cualquier perro mostrando claras señales de anormalidades físicas o de comportamiento debe ser descalificado.
Nota: Los machos deben tener dos testículos de apariencia normal completamente descendidos en el escroto.
Buscar un cachorro por Internet conlleva riesgos. Para tener clara la profesionalidad del criadero con quien contactéis, os recomendamos que...