El Lhasa Apso es considerado en su país de origen, el Tíbet, como un símbolo de suerte.
Como su nombre indica, el Lhasa Apso es originario del Tíbet (Lhasa es la capital) y no se dio a conocer en Occidente hasta principios del siglo XX. Se supone que la raza apareció hacia el año 800 a.C. de las manos de los monjes y nobles tibetanos. Otros creen que su origen no es tan antiguo y especulan que el Lhasa Apso es el resultado del cruce entre el Terrier del Tíbet y el Epagneul tibetano.
El Lhasa Apso es independiente y en muchos aspectos, su carácter puede parecerse más al del gato. Es bastante desconfiado y reservado pero una vez se le conoce se podrá comprobar que es un perro muy inteligente, tranquilo, juguetón y alegre. No le gusta que lo toqueteen ni que lo traten como un juguete. Es fiel, muy observador y un poco tozudo.
El Lhasa Apso es pequeño, robusto y musculoso. Tiene una larga y abundante cabellera recta y de textura dura. Las orejas son caídas y con abundantes flecos y la cola es de implantación alta y llevada sobre la espalda. El color más común es el leonado pero también puede ser color arena, miel, dorado, negro, gris, blanco y particolor (blanco con otro color).
El pelaje del Lhasa Apso requiere un cuidado regular y a conciencia, son necesarias varias horas a la semana de cepillado para evitar nudos e irritaciones en la piel. Sus ojos son bastante delicados y se recomienda que se limpien a diario con un algodón mojado.
A pesar de ser un perro hogareño al que le gusta tumbarse y descansar, el Lhasa Apso agradece el ejercicio y las salidas diarias.
Es un perro glotón y hay que tener un control riguroso sobre las calorías que ingiere.
El Lhasa Apso goza de muy buena salud aunque en algunos casos podría padecer displasia de cadera, problemas renales, problemas oculares o úlceras.
El Lhasa Apso es, sin duda, una pequeña raza encantadora y cautivadora, pero su temperamento, no siempre es fácil de comprender. En consecuencia, no es una mascota ideal para todos los hogares. Aunque su tamaño le hace muy manejable, mantener el pelaje del Lhasa Apso con su pelaje largo y bien cuidado conlleva mucho trabajo, cosa importante a tener en cuenta. Algunos propietarios que tienen Lhasa Apso domésticos prefieren que tengan el pelaje corto: esto es perfectamente aceptable, pero no es adecuado para el ring de exposición. Desde luego, el mantenimiento regular del pelaje sigue siendo importante tanto si éste se deja largo como si se recorta.
Durante el último par de décadas, el Lhasa Apso se ha vuelto muy popular, y ahora hay más de 3.000 nuevas inscripciones cada año en el libro de orígenes del Kennel Club. La proeza de que un Lhasa Apso ganara el Best in Show en el Crufts de 1984 jugó, sin duda alguna, un papel importante para llamar la atención hacia esta raza. De todas formas, el Lhasa Apso es más que un perro elegante con un largo y bello pelaje de exposición, moviéndose por un ring bajo los focos de una importante exposición del campeonato. El Lhasa Apso es un perro muy especial que necesita un tipo de propietario muy especial: uno que sepa comprender a un perro cuyos ancestros fueron criados en un medio ambiente duro, en el «techo del mundo».
El Lhasa Apso es una raza bastante pequeña, aunque no tanto como algunas otras. Es robusta para su tamaño y tiene una buena musculatura. En Gran Bretaña, la altura ideal es de 25,4 cm y las hembras, teóricamente, un poco menor. Habiendo dicho esto, la raza ha crecido a lo largo de los años, y en EE.UU. se pide un perro un poco más alto. No se especifica ningún peso, pero por lo general, un Lhasa Apso bien proporcionado suele encontrarse entre los 7 y los 8,5 kg, aunque algunos pesan un poco más.
Su cabeza suele ser muy admirada, pero el gran flequillo de la cabeza oculta, en cierta manera, la encantadora expresión tibetana. En el ring de exposición el pelo siempre se lleva caído, pero en casa, la mayoría de los propietarios atan el pelo en dos mechones, uno a cada lado de la cabeza. Esto ayuda a que el pelo de la cara se mantenga razonablemente limpio, evita la rotura de las puntas de los pelos y hace que el perro pueda ver con más facilidad. No siempre se aprecia, pero las pestañas del Lhasa Apso son muy largas, y ello impide que el pelo entre en los ojos. Obviamente, en su país de origen el pelo nunca se ataba en mechones. En lugar de eso, el pelo que caía desde la cabeza actuaba como protección contra la fuerte luz del sol y el color blanco de los terrenos que estaban nevados.
Dado que tanta gente confunde al Lhasa Apso con el Shih Tzu, es necesario explicar que la forma de la cabeza de estas dos razas es bastante diferente. El cráneo del Lhasa Apso es más estrecho que el del Shih Tzu, y sus ojos son menos redondeados y por lo tanto no tan prominentes. La trufa del Shih Tzu es más corta que la del Lhasa Apso: en este último mide alrededor de 4 cm. También existen diferencias en cuanto al cuerpo. La caja torácica del Shih Tzu tiene una forma más de barril que la del Lhasa Apso, y el primero tiene el cuerpo algo más cercano al suelo.
Desgraciadamente, la belleza del pelaje del Lhasa Apso es, a veces, llevada a extremos, y muchos propietarios, debido al miedo a que sus perros dañen sus pelajes, no les permiten hacer el ejercicio que necesitan para desarrollar sus músculos de forma natural. Si el pelaje de un Lhasa Apso tiene su textura típicamente dura y es cuidado con regularidad, puede seguir manteniendo todo su esplendor incluso cuando al perro se le deja hacer ejercicio libremente. Algunos propietarios de Lhasa Apso de exposición no permiten que sus perros hagan mucho más que pasar, virtualmente, toda su vida dentro de su jaula. Desde luego, estos propietarios acabarán teniendo unos perros cuyo pelaje será muy apreciado en una exposición de belleza, pero no tendrán unos perros contentos y sanos.
Un Lhasa Apso con su pelaje largo de exposición tiene un maravilloso aspecto, pero mantenerlo en este estado requiere tiempo y dedicación. El Lhasa Apso no sólo tiene un pelaje largo y suelto, sino también una buena capa interna o subcapa. Esto significa que el mero acicalado de la capa externa puede, al principio, dar un aspecto general razonablemente bueno, pero al poco tiempo se empezarán a formar nudos por toda la subcapa. Los nudos y los pelos enredados son increíblemente difíciles de eliminar si no se cuidan, así que esta particularidad debe ser tomada muy en serio antes de encapricharse de la raza.
De todas formas, muchos Lhasa Apso domésticos llevan el pelaje corto (esto se conoce como «corte de pelo de mascota»). Aunque puede hacerse en casa, muchos propietarios encuentran más cómodo que sea cortado por un profesional unas tres veces al año. Los cuidados del pelaje son, desde luego, necesarios entre cortes.
El Lhasa Apso puede encontrarse en una amplia variedad de colores. El estándar de la raza admite el color dorado, el arena, el miel, el gris oscuro, el humo, los particolores, los negros, los blancos y los marrones. De hecho, la lista podría incluso ser más larga, ya que existen muchas combinaciones inusuales que surgen inesperadamente. Un perro particolor es aquel cuya capa está formada por dos colores diferentes, uno de los cuales es el blanco. Así pues, como particolores uno se encuentra con el dorado y blanco, el negro y blanco, el gris y blanco o el arena y blanco, siendo todos ellos aceptables por igual.
Aunque los Lhasa Apso de color marrón (hígado) y los de color chocolate aparecen de vez en cuando, no son admitidos en el ring de exposición en algunos países. Esto es debido a que la pigmentación de su trufa tiene un color igual al de la capa, y el estándar especifica que la trufa debe ser negra.
Debido a que no existen prioridades de color en el Lhasa Apso, lo cierto es que un propietario no debería obsesionarse por ello. Es perfectamente natural que cada cual tenga sus preferencias personales, igual que podrían tenerlas por el color de su ropa o por el de los muebles de su hogar. Lo que realmente importa es la constitución del perro, el temperamento, la salud general y la calidad del pelaje. De todas formas, si va a elegir a un Lhasa Apso para tenerlo como mascota, el color puede ser un factor decisivo, y esto es perfectamente comprensible, pero no compre, por ejemplo, un Lhasa Apso gris y cuide de él con todo el cariño, sin dejar de pensar durante, aproximadamente, los próximos catorce años que fue una verdadera lástima no poder encontrar el color dorado que tanto le gustaba.
La cola del Lhasa Apso debería ser de inserción alta y llevada sobre el dorso. En ocasiones, si la palpa cuidadosamente, puede encontrar un pequeño pliegue en la punta. Esto es algo perfectamente normal y nunca debe intentar alisarlo, ya que podría provocarle una herida. Ésta constituye una antigua característica de la raza que, tristemente, parece estar desapareciendo con el transcurso del tiempo.
Igual que con el resto del perro, el pelaje de la cola también necesitará atenciones regulares. Este pelaje también es largo y suelto. De todas formas, y debido al tamaño del perro, será muy raro que la cola tire al suelo sus objetos, como sí podría hacerlo la alegre cola de un perro más grande (como por ejemplo un Dálmata o un Labrador Retriever). La cola de un Lhasa Apso no se corta nunca.
El estándar describe al Lhasa Apso como un animal alerta y formal, pero algo frío con los extraños. La anterior redacción utilizaba la palabra «reservado », en lugar de «frío», se ha preferido la del anterior estándar a petición de los criadores de la raza.
Sin importar cuál de esas dos palabras sea utilizada, un Lhasa Apso típico no se muestra muy amistoso con los extraños, prefiere adoptar una postura reservada. Un Lhasa Apso frecuentemente ladrará a cualquiera que se acerque a casa. Más tarde, cuando el visitante haya sido saludado y aceptado por la familia, el perro se sentará a una cierta distancia. Desde este ventajoso lugar, podrá ver lo que sucede a su alrededor, pero sólo se involucrará en las actividades si él así lo decide.
Frecuentemente, a un Lhasa Apso le lleva tiempo hacer amigos, pero una vez se decide, la amistad que ofrece es sincera. Siempre es mejor permitirle al Lhasa Apso aproximarse a un invitado cuando sea el momento adecuado. Con esto conseguiremos una relación que al final será más feliz.
Con su familia y sus propietarios, un Lhasa Apso se muestra muy devoto, pero no todos disfrutan de los mimos tanto como les gustaría a algunos propietarios. Yo he tenido muchos Lhasa Apso a lo largo de los años y he encontrado que sus personalidades eran diferentes. Desde luego que a algunos les gustan más los mimos que a otros, y esto se aplica tanto para los machos como para las hembras.
Se puede adiestrar a los Lhasa Apso para la obediencia, pero tienen una vena tozuda y no siempre responden a las órdenes tan rápidamente como uno desearía. Desde mi punto de vista, creo que a los Lhasa Apso les gusta pensar las cosas y que cuando hacen algo tiene que ser porque quieren hacerlo: por lo menos tienen que darle esa impresión.
El Lhasa Apso emite un ladrido de advertencia, ya que recordará usted que esto es lo que se esperaba de él en los monasterios del Tíbet. De todas formas, no se trata de un ladrido agudo y molesto, y generalmente parará de ladrar cuando crea que la situación se halla bajo control.
Aunque muchos Lhasa Apso se llevan bien con otros perros, hay algunos que no. Esto depende en gran medida de la cría y del entorno, y el sexo juega muchas veces un papel importante respecto de quién se lleva bien con quién. Sin duda, hay criadores que parecen no tener ningún problema en tener en un mismo grupo a varios machos y varias hembras. De todas formas y por mi experiencia, ha habido limitaciones, y sé que mi experiencia es compartida por varias personas.
Generalmente, las hembras se llevarán bien con otras hembras, pero suele haber problemas entre ellas cuando les llega la época del celo. Esto se suele controlar fácilmente mediante el manejo cuidadoso, pero algunas pueden tener conflictos graves entre ellas, así que uno siempre debería estar atento a los problemas que se pudieran estar cociendo. Personalmente, y aunque he intentado tener juntos a dos machos de Lhasa Apso, nunca he tenido éxito más allá de la etapa de cachorro, ya que siempre han surgido problemas. Por otra parte, he tenido satisfactoriamente a un Lhasa Apso macho (no utilizado como semental) con dos Galgos Afganos machos, y los tres fueron grandes amigos durante toda su vida.
Los machos y las hembras suelen vivir juntos como grandes amigos, pero desde mi propia experiencia, sólo he logrado tener con éxito un macho con varias hembras. De forma interesante, me he encontrado con que las hembras que no se suelen llevar especialmente bien entre ellas durante su juventud parecen adquirir un carácter más dulce con la madurez y pierden cualquier animosidad que hubieran podido sentir cuando eran jóvenes.
Aunque no suele ser un problema serio, una cosa que puede asustar a un nuevo propietario son los resoplidos. Esto es algo bastante frecuente en las razas braquicéfalas (de cara chata). Debido al alargamiento del paladar blando el perro respirará de repente con unas inspiraciones cortas y bruscas y tendrá un aspecto bastante tenso, y generalmente al mismo tiempo estará quieto de pie. Esto suele darse porque el perro se excita mucho, pero generalmente sólo dura unos pocos segundos. Una solución rápida y sencilla es taparle la trufa, provocando que respire sólo por su boca.
El Lhasa Apso es, en general, un perro pequeño y resistente, y suele ser una raza bastante sana, aunque hay algunos problemas de tipo veterinario y posiblemente hereditarios de los cuales hay que ser conscientes. El único problema hereditario oficialmente reconocido en la raza es la atrofia progresiva de retina (APR). Se trata de un problema ocular, que generalmente no se descubre hasta la edad adulta, y en el cual el perro se vuelve ciego progresivamente. Generalmente esto se suele notar al principio en forma de ceguera nocturna, pero la ceguera absoluta es, desgraciadamente, el inevitable resultado final. Afortunadamente esta enfermedad no va asociada a dolor.
La APR se ha descubierto muy recientemente en el Lhasa Apso, y las pruebas de ADN son un objetivo por el cual lucha la raza, aunque quizá quede un largo camino que recorrer para llegar a esto. Actualmente es esencial que los ojos tanto del padre como de la madre hayan sido sometidos a examen antes de la monta, y los criadores deben utilizar cuidadosamente sus conocimientos de los factores hereditarios para evitar que el alelo que transmite esta enfermedad no aparezca en los dos.
Algunos Lhasa Apso parecen sufrir «ojo seco», que es algo que parece darse más adelante en la vida. Puede ser tratado con una combinación de fármacos diseñados para provocar el lagrimeo.
También se ha visto que algunos Lhasa Apso tienen unas glándulas de Harder aumentadas de tamaño. Este problema consiste, más específicamente, en un agrandamiento de la membrana nictitante, en el ángulo interno del ojo. Esto se suele conocer con el nombre de «ojo de cereza» y se aprecia fácilmente como una hinchazón enrojecida. Suele darse durante la etapa de cachorro, a veces en cachorros de una edad tan joven como la de ocho semanas. Existen dos métodos para poder efectuar su tratamiento. Actualmente la reintroducción es el método más usado, pero solía ser normal extirpar la glándula para eliminar el problema. De todas formas, parece ser que cuando la glándula ha sido extirpada, aumenta la incidencia del «ojo seco» más adelante.
Dado que es una raza con un dorso relativamente largo y cercano al suelo, uno siempre debería estar alerta a los posibles problemas de espalda, especialmente durante la vejez del perro. En condiciones ideales, no se les debería permitir saltar desde los muebles al suelo, ni permitirle practicar ejercicios violentos donde ponga a prueba sus vértebras dorsales, pero esto es más fácil de decir que de hacer. Ante cualquier signo de lesión de la médula espinal, se debería contactar con el veterinario sin demora. En algunos casos se puede llegar al restablecimiento total. Desgraciadamente es frecuente que el resultado sea la parálisis parcial, pero se le puede ajustar un pequeño carrito con ruedas para sostener sus extremidades posteriores, si así lo desea el propietario. Obviamente, los cuidados de un perro que ha sufrido lesiones medulares implica decisiones bastante serias, y todas las opciones, por dolorosas que sean, deben ser comentadas abiertamente con la familia y con el veterinario.
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El pequeño y encantador Lhasa Apso, considerado por sus admiradores como un gran perro en un cuerpo pequeño, procede del Tíbet, el país conocido como «el techo del mundo». Este místico país con su árido paisaje se encuentra a gran altitud. Los habitantes, tanto humanos como caninos, deben ser capaces de desenvolverse en medio de las extremadas temperaturas y la muy brillante luz. Los tibetanos son una raza fuerte, y los Lhasa Apso verdaderamente típicos tienen rasgos similares a los de sus amos.
Se dice que el Lhasa Apso existía hacia el año 800 aC, pero no hay pruebas documentales de esto, ya que no existen registros históricos hasta el año 639 dC. El budismo se propagó desde la India hasta el Tíbet durante el siglo VII. En esta fe, el león, en sus varias formas mitológicas, juega un importante papel. El buda Manjusri, el «iluminador del recto camino», se cree que viaja como un sencillo monje acompañado por un perro pequeño. Este perro, aunque no es un Lhasa Apso, puede transformarse instantáneamente en un león para que el buda pueda viajar montado en su espalda.
De todas formas es el león de las nieves considerado como el rey de los animales, y es con esta mitológica fiera blanca con la que está más cercanamente relacionado el Lhasa Apso. Se cree que el león de las nieves es tan poderoso, que cuando ruge aparecen siete dragones en el cielo.
A veces se ha dicho que los Lhasa Apso eran animales sagrados, pero esto no es así. Desde luego, se tenían en los monasterios, en primer lugar para que ladraran para avisar a los monjes si alguna vez entraban intrusos o si huéspedes no invitados lograban esquivar los enormes Dogos Tibetanos sujetos por una correa que estaban fuera. De todas formas, la raza era tenida en muy alta estima. Históricamente, los perros nunca eran vendidos, sino ofrecidos como regalo, ya que se cree que los Lhasa Apso albergan en su interior las almas de los monjes que pecaron durante sus vidas anteriores. Estos perros también eran dados como ofrenda para tener un buen viaje del Tíbet a China, ya que las travesías en caravana eran muy largas y duraban de ocho a diez meses.
Aunque los tibetanos siempre han distinguido entre el «verdadero» león y el perro-león, nunca han sido muy claros en la denominación de sus razas. Sin duda, hubo cruces entre las varias razas tibetanas. Incluso hoy día es posible cruzar entre sí dos Lhasa Apso con su pelaje completo y dar lugar a uno o más cachorros que parecen Spaniels Tibetanos de pura raza. Esto puede parecer chocante, pero es claramente un salto atrás hacia los viejos tiempos. Es interesante apreciar que los tibetanos llaman «Apsok» a todos los perros con el pelaje largo, lo que complica todavía más el problema cuando tratamos de averiguar la historia de las razas tibetanas.
La palabra «Apsok» o «Apso» es también usada para describir al Terrier Tibetano, un primo de piernas largas del Lhasa Apso. Somos nosotros, los occidentales, los que nos hemos atrevido a añadir la palabra «Lhasa» al nombre de este perro, aunque es evidente que era necesario para marcar una divisoria entre las varias razas tibetanas. Cuando estas razas llegaron a Gran Bretaña, hubo una gran confusión entre ellas.
En el pasado lejano parece que el Lhasa Apso desciende de los perros de pastor europeos y asiáticos, incluyendo al Puli húngaro y al Pumi. Desde luego, la raza manifiesta una relación muy estrecha con dos razas tibetanas: el Terrier Tibetano y el Spaniel Tibetano, y una relación próxima con el poco conocido Damchi, del vecino Bután. Otra raza cercanamente emparentada con el Lhasa Apso es el Shih Tzu: debido al muy similar aspecto externo, las dos razas se confunden, incluso hoy día. De todas formas, el Shih Tzu tuvo sus orígenes en China, aunque sus raíces se remontan al Lhasa Apso del Tíbet.
Se ha citado, de forma errónea y demasiado frecuentemente que el Lhasa Apso llegó por primera vez a Gran Bretaña en 1928, pero ya estaba presente allí desde mucho antes. La primera información acerca de su presencia en las islas data de 1854 y, desde luego, había ya muchos ejemplares al entrar en el siglo XX. A pesar de todo, había una gran confusión en lo relativo a los nombres de las razas, y los Lhasa Apso y los Terriers Tibetanos se encontraron con que se les llamaba muchas veces Tibetan, Kashmir (Cachemira), Bhuteer o Lhassa Terrier, e incluso Caniches Tibetanos. Al remontarme a los registros de la raza, he encontrado que varios cachorros de camadas concretas fueron inscritos en el libro de orígenes bajo distintos nombres de raza, lo que complica el problema hasta límites insospechados.
Debido a que había tanto Lhasa Apso como Terrier Tibetanos en Gran Bretaña en esos tiempos, algunos fueron descritos como pequeños como los Terrier de Malta, pero otros que eran grandes como Caniches Rusos. Las discrepancias eran debidas a que había, por supuesto, más de una raza. Algo que todos los perros tenían en común era que sus colas estaban curvadas sobre su dorso, característica muy tibetana de varias razas que conocemos hoy día.
Existen algunas historias encantadoras acerca de los primeros Lhasa Apso que salieron del Tíbet. Sabemos de uno que fue llevado en una mochila a lo largo de muchos kilómetros, con un acompañante que iba envuelto en una vestimenta de color turquesa. De todas formas, los Lhasa Apso no sólo pertenecían a las personas muy ricas: uno llamado Tuko fue comprado en un carro del mercado, cuyo contenido estaba dispuesto a defender hasta la muerte.
La Honorable Mrs. McLaren Morrison importó varias razas extranjeras a Gran Bretaña. Uno de los varios Lhasa Apso de los que fue propietaria se llamaba Bhutan, y era conocido porque pedía dinero en las exposiciones caninas para los fondos de la guerra. Incluso se sabe que la princesa Alexandra, espectadora regular y entusiasta de las exposiciones caninas, comentó que aquel perrito parecía pedir dinero para irse de la exposición. Tristemente, Bhutan contrajo el moquillo y su propietaria dijo «…murió en su puesto, por así decirlo». Según cuentan, se mantuvo de pie casi hasta al final, pero se caía sentado, hasta que finalmente volvió a casa para morir.
La raza conocida hoy día como Lhasa Apso consiguió el estatus de campeonato en Gran Bretaña en 1908, aunque en ese tiempo fue exhibida en diferentes categorías para dos tamaños diferentes, para dar también cabida al Terrier Tibetano. Uno de los primeros campeones de la raza, Ch. Rupso, fue importado desde Shigatse en 1907. Cuando murió, su cuerpo fue embalsamado y conservado en el Museo Británico de Tring: hasta el día de hoy, Rupso sigue estando etiquetado en el museo como «Terrier Tibetano», aunque desde luego era un Lhasa Apso, y su altura a la cruz es de 25 cm.
Los años de la primera guerra mundial se cobraron su tributo sobre la raza, y el Lhasa Apso se encontró entre las muchas razas que lucharon por sobrevivir. En 1921, el coronel Bailey sucedió a sir Charles Bell como dignatario político para el Tíbet, y el coronel Bailey y su esposa se trajeron al Lhasa Apso a su vuelta a Gran Bretaña en 1928. Éste fue el comienzo de una época traumática, ya que poco tiempo después se importaron Shih Tzu a Gran Bretaña provenientes de China, y al principio había gente que pensaba que se trataba de la misma raza que el Lhasa Apso.
Al principio, estos perros fueron expuestos juntos en las mismas categorías, pero se notaban las diferencias entre ellos. La longitud de la cara era especialmente notoria, lo que condujo a lo que se vino en llamar «la guerra de los hocicos». Las señoras y los caballeros de aquellos tiempos, entusiasmados con las razas del Tíbet y de China, se enzarzaron en un acalorado, aunque educado, debate. El Kennel Club también se vio involucrado. Al final se resolvieron las diferencias, y en 1934 se expusieron los estándares para los perros tibetanos: el Lhasa Apso, el Terrier Tibetano, el Spaniel Tibetano y el Dogo Tibetano. El Shih Tzu fue clasificado como una raza diferente y no se vio representado por la Tibetan Breeds Association (Asociación de Razas Tibetanas), de nueva fundación.
El Lhasa Apso se había asentado firmemente, pero sin poderse comparar con el nivel de popularidad que tiene hoy día. En 1935 sólo 12 ejemplares fueron inscritos en la exposición canina Crufts, lo que nos da una idea de lo poco que se conocía en esos tiempos.
Un americano llamado Suydam Cutting envió cuatro perros a Su Santidad el Dalai Lama, a modo de regalo. Como consecuencia, se desarrolló entre ellos una amistad por correspondencia, y en 1933, S. S. el Dalai Lama envió dos Lhasa Apso a Mr. Cutting y a su esposa. Les siguieron dos Lhasa Apso más, y más tarde, en 1950, el 14º Dalai Lama les envió otro par. El último par, Le y Phema, se convirtieron en campeones americanos. Aunque otras personas también desempeñaron un papel importante en los primeros tiempos del Lhasa Apso en los EE.UU., fue sobre todo gracias a los Cutting y a sus criaderos Hamilton cómo entró en el mundo de las exposiciones americanas.
El estándar americano fue redactado en 1935, pero durante los primeros años también hubo confusión. Entre 1937 y 1950, algunos perros habían sido importados a los EE.UU., donde habían sido inscritos, de buena fe, como Lhasa Apso. Desgraciadamente eran, de hecho, Shih Tzu. Durante esos años, y antes de que se conociera su verdadera identidad, se había hecho criar a algunos de ellos. Como consecuencia, muchos Lhasa Apso americanos llevan sangre Shih Tzu en su pedigree, aunque esto no se aplica a todos ellos, ya que algunas líneas no se vieron afectadas por estos cruces.
Durante la segunda guerra mundial hubo una gran escasez de programas de cría, y en Gran Bretaña mucha gente tuvo que sacrificar sus perros. Afortunadamente, se vio que para las razas menos conocidas estas medidas tan drásticas hubieran sido desastrosas. Así pues, a los criadores de Lhasa Apso se les urgió a que hicieran todos los esfuerzos posibles para ayudar a sus razas a sobrevivir en esos tiempos difíciles, siempre que sus perros no consumieran alimentos que pudieran privar de comer a las personas.
Entre 1939 y 1944, en el libro de orígenes sólo fueron inscritos diez nuevos cachorros, y a finales de los años 40, la importante línea Cotsvale, de miss Marjorie Wild, fue barrida por el moquillo. Por suerte, la raza logró sobrevivir mediante algunos perros de las líneas Ladkok y Lamleh, que descendían de las importaciones provenientes del Tíbet de los Bailey. Se vio con claridad que las líneas habían menguado y que tenían que ser reconstruidas. Sólo un puñado de Lhasa Apso de pedigree bastante desconocido fueron importados del Tíbet antes de que los chinos prohibieran la exportación de perros desde el país.
El número de inscripciones en el Kennel Club había aumentado gradualmente, y hacia 1956 se vio que la raza era lo suficientemente fuerte como para separarse de la Tibetan Breeds Association y formar su propio club. Este hecho significó el nacimiento del Lhasa Apso Club, incluso aunque sólo hubiera 27 miembros en la primera asamblea general y que menos de la mitad de ellos fueran propietarios de Lhasa Apso.
En 1959 su nombre fue cambiado por el de Apso Tibetano, ya que ésta era la única raza que no llevaba el nombre del país de origen. De todas formas, el cambio no duró mucho, ya que, algunos años después, hacia 1970 el nombre cambió de nuevo al de Lhasa Apso.
En mayo de 1964, el Kennel Club inglés anunció que el número de inscripciones de Lhasa Apso era suficiente como para que se restableciera el estatus de campeonato para la raza. La primera serie de Certificados de Desafío (Challenge Certificates o CC) se ofreció en 1965, y en ese año se dieron nueve series. El primer Lhasa Apso en ganar un título de campeón tras la guerra, mediante la obtención de tres CC bajo jueces diferentes, fue Brackenbury Gunga Din of Verles, propiedad de Mrs. Daphne Hesketh Williams. Gunga Din obtuvo su tercer CC (que fue el que le dio el título de campeón), en el West of England Ladies Kennel Society (WELKS), bajo la jueza Miss Wild (Cotsvale), que había tenido Lhasa Apso desde principios de siglo.
La ganadora del CC para Hembras en esa misma exposición fue Beryl Harding´s Brackenbury Chigi-Gyemo, que fue la primera que obtuvo su título de campeona, un logro que se repitió más adelante durante ese mismo año.
Desde entonces la raza ha crecido con fuerza en Gran Bretaña y es una de las más populares del grupo de utilidad, ocupando el lugar número 20 de popularidad de entre todas las razas en términos de inscripciones en el Kennel Club (según la clasificación de la FCI, pertenece al Grupo de los Perros de Compañía).
La raza alcanzó un punto máximo cuando Ch. Saxonsprings Hackensack ganó el Best in Show en la exposición Crufts en 1984, y cuando Ch. Saxonsprings Fresno y Ch. Saxonsprings Tradition ganaron el Mejor Perro de entre Todas las Razas (Top Dog All Breeds) en 1982 y 1998 respectivamente.
El Lhasa Apso ha causado un impacto significativo en el mundo de las exposiciones caninas en muchos países, con muchos aficionados entusiastas en casi cada rincón del mundo. La autora ha tenido la suerte de juzgar esta raza en lugares tan lejanos como Australia y Escandinavia, y ha encontrado ejemplares de alta calidad en ambos lugares.
En los países en los que el Lhasa Apso no es quizá tan fuerte, numéricamente hablando, el entusiasmo de los criadores parece igual de vibrante, ya que esta raza tan singular y entrañable tiene admiradores allá donde se encuentre. Ahora hay incluso un único ejemplar de Lhasa Apso en Islandia, y esta afortunada perra se siente como muy en casa en ese país tan nevado.
Los Lhasa Apso todavía viven, por supuesto, en su país de origen y en las regiones del Himalaya colindantes, donde continúan siendo muy apreciados. Uno sólo puede esperar que la raza no se vuelva tan excesivamente atractiva en Occidente como para que los tibetanos ya no reconozcan a esta raza tan suya y que ha compartido sus vidas durante tantísimas generaciones.
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Es un perro bien equilibrado, vigoroso y con un pelaje abundante.
De carácter alegre y seguro de sí mismo. Alerta, equilibrado aunque se muestra prudente hacia los extraños.
La cabeza debe estar cubierta de abundante pelo largo que caiga sobre los ojos; debe tener una barba y bigotes bien desarrollados.
Fuerte y bien arqueado.
Su longitud desde la punta de los hombros hasta la punta de la nalga debe ser mayor que su altura a la región de la cruz.
De inserción alta, bien llevada sobre la espalda, pero no en forma "de asa de olla". A menudo doblada cerca de la punta. Cubierta de abundantes flecos.
Rectos y cubiertos de pelo abundante.
Bien desarrollados y musculosos. Con buena angulación. Bien provistos de abundante pelo.
Redondos, como los del gato, con almohadillas plantares sólidas. Deben estar cubiertos de pelo.
Ligero y ágil.
El pelo de la capa externa debe ser largo, abundante, recto, de textura dura; no debe ser lanoso ni sedoso. Debe tener una capa moderada de subpelo.
Dorado, arena, miel, gris oscuro, pizarra, humo, multicolor, negro, blanco o pardo. Todos estos colores son igualmente aceptables.
La altura ideal para los machos es de 25,4 cm; las hembras son ligeramente más pequeñas.
Cualquier desviación de los criterios antes mencionados deben considerarse como falta y la gravedad de ésta se considera al grado de la desviación del estándar y de sus consecuencias sobre la salud y el bienestar del perro.
Cualquier perro monstrando claras señales de anormalidades físicas o de comportamiento debe ser descalificado.
Nota: Los machos deben tener dos testículos de apariencia normal completamente descendidos en el escroto.
Buscar un cachorro por Internet conlleva riesgos. Para tener clara la profesionalidad del criadero con quien contactéis, os recomendamos que...